
El 9 de septiembre los habitantes del norte de Maracay fueron sorprendidos por el desbordamiento del río El Limón y algunas de sus microcuencas.

Luego de varios días de intensas precipitaciones se originaron múltiples deslaves en la vertiente sur del parque nacional Henri Pittier, específicamente entre la serranía de Guamita y la fila de Los Capuchinos.

Los deslaves en el primer parque nacional del país se deben, en gran medida, a los incendios que ocurren todos los años entre diciembre y febrero en la cara sur del macizo.

Estos accidentes no son procesos naturales aislados, más bien tienen una estrecha relación con el constante avance demográfico sin planificación, la falta de políticas de reforestación y recuperación de las áreas erosionadas.

Los sectores más afectados se ubican entre 500 y 1.200 msnm en zonas de bosque tropical y bosque nublado, ambientes de extrema importancia para la estabilidad del parque y de la ciudad a sus pies.

Cuando las filas y serranías pierden estrato vegetal, dejan de hidratarse, se erosionan y no pueden evitar que el agua se derrame sobre las poblaciones río abajo.

Decenas de familias perdieron todas sus pertenencias.

Se estima que entre 80 y 100 viviendas resultaron afectadas, no se reportaron fallecidos.

No es el primer deslave que afecta El Limón.

Los patrones de urbanización descontrolada de la cordillera de la Costa han sometido históricamente a la gente a los impactos de la naturaleza.

Mientras no comprendamos el impacto de las malas prácticas en el entorno natural que nos rodea, esto seguirá pasando.
