Hace unas décadas no hubiera sido exagerado decir que Venezuela era una potencia en materia de literatura para niños. Pero no fue entonces cuando esto pudo gestarse, sino justo ahora. Y es bueno que suceda, porque hace mucha falta. El próximo 15 de junio arranca el que será el primer Diplomado de Literatura Infantil que se dicta en nuestro país, avalado por la Universidad Metropolitana a través de su Coordinación de Extensión Universitaria de la Facultad de Humanidades y coordinado por el especialista Fanuel Díaz Hanan, quien acumula más de treinta años de experiencia en el área.
El diplomado, que se dictará solo en línea, ha despertado el interés de estudiantes en diversos países de Hispanoamérica.
Comprende dos módulos, que se impartirán entre junio y diciembre de 2022, y abarca: los principios básicos de la literatura infantil, el papel de los libros para niños en los espacios formales y una revisión de los autores y las formas de la literatura infantil contemporánea. También profundizará en las respuestas lectoras para las emociones, el discurso para la infancia y hasta en el ejercicio de soñar el país del mañana desde los libros.
La ocasión es de lujo, no solo porque se trata de realizar un proyecto que lleva más de una década gestándose, también porque contará con la presencia de profesores de altísimo nivel. Estarán entre otros, Sashenka García (editora, docente e investigadora, que conduce junto a Ricardo Ramírez Requena del programa radial Alfabeto del Mundo); Maité Dautant (escritora, ensayista e investigadora); Vanessa Anais Hidalgo (docente universitaria y de secundaria y escritora) y el propio Fanuel Díaz.
Sashenka García destaca que al dictarse de manera virtual, el diplomado facilitará encuentros de otra manera imposibles, tanto por los estudiantes como por los invitados con los que contaremos en las sesiones. “Me parece estupendo, y a la vez irónico que suceda en este momento. Lo vamos a aprovechar al máximo. Es como agua fresca”, afirma.
Un universo en formato álbum
Díaz, Dautant y García forman parte de una generación que se formó en el Banco del Libro, la institución que junto a la editorial Ekaré marcó pauta no solo en Venezuela, sino en el resto de la región en el quehacer de la literatura infantil y juvenil en las décadas de los setenta, ochenta y noventa. Era justo entonces que pudiera crearse una vía para seguir difundiendo todo ese conocimiento, más allá del trabajo incansable que cada uno de ellos ha venido haciendo por su cuenta. Eso se logrará al concentrar esas experiencias en un programa que forme a nuevos mediadores en un área tan importante.
Porque aunque para muchas personas pueda parecer un lujo, el hecho de que los niños lean libros ilustrados es también un asunto de primera necesidad.
“La literatura abre muchas puertas más allá de los indicadores académicos. El libro tiene una energía intangible. Ayuda a construir la empatía, la compasión, alimenta el imaginario, que es esencial para los niños. Los acompaña, los hace viajar. Quiero sacar esa magia, porque siento que eso nos acerca a la experiencia humana y es lo que necesitamos para construir nuestras sociedades del futuro”, profundiza Fanuel Díaz.
El papel de los mediadores, esos adultos que introducen el libro a los niños, es clave en esta tarea. Y es precisamente por eso que iniciativas como este diplomado son esenciales: hay que dotar a maestros y facilitadores de las herramientas necesarias para hacer de la experiencia de la lectura un acto que abarque todas esas bondades que menciona Díaz, y que también estimule en los pequeños el espíritu crítico ante lo que leen y que estimule su imaginación.
“Este es el enfoque que yo le estoy dando. Los libros permiten tener esperanza, y la evasión también puede ser saludable, sobre todo cuando te permite despegarte de un mundo árido y ver otros universos donde puedes encontrar respuestas y preguntas. Todo eso se construye con los libros”, añade Díaz.
La crisis: el lobo de este cuento
Podemos destinar párrafos y párrafos a destacar todas las ventajas que representa la experiencia de leer en la infancia, y nos quedaríamos cortos. El anuncio del diplomado es una oportunidad para empezar a conversar sobre ese tema, que para algunos ha quedado olvidado en alguna vieja vitrina de la memoria de la Venezuela reciente. La materia pendiente: ¿qué está pasando en el país con la literatura infantil?
Sashenka García observa que la presencia de los libros para niños ha disminuido drásticamente en los últimos años. “Ekaré sigue trayendo libros de sus casas filiales en Barcelona y Chile; a Cataplum la distribuimos en varias librerías como en El Buscón y otras en el interior, pero hay muy poca producción nacional, como sucede con todo. A veces, alguna fundación patrocina una edición, pero es mínima la presencia”.
Desde el Banco del Libro, esa institución que contra viento y marea sigue impulsando la promoción de la literatura y la lectura para la infancia, la crisis también se nota. María Fernanda Rincón, coordinadora del Comité de Evaluación del Banco, explica: “El contexto difícil de Venezuela y la diáspora en todos los campos ha provocado que editores, escritores e ilustradores nacionales laboren en otros países, así como que surjan iniciativas independientes y se reduzca el catálogo de editoriales conocidas”.
De lo que se produce actualmente en el país, junto a Ekaré, ya mencionada, Rincón destaca el trabajo de varias editoriales e instituciones, “como Santillana, con su sello de literatura infantil y juvenil Loqueleo, que se ha enfocado sobre todo en la reimpresión de títulos originales, con autores como Fedosy Santaella, Andrés Hidalgo, Armando José Sequera y Walther Sorg”. Señala también la labor de Provea, que desde 2019 publica poesía, ensayo y cómic enfocados en la promoción de los derechos humanos, en colaboración con instituciones como La Poeteca, Humano Derecho, Redes Ayuda, la Fundación Friedrich-Ebert-Stiftung e ILDIS y con publicaciones en papel y en línea. “Ediciones Fundación Empresas Polar dedica su colección Cuéntame (2015-2018) a niños, adolescentes y mediadores y el Espacio Anna Frank, a través de la Fundación del mismo nombre, edita la serie El País de los Brazos Abiertos, con cómics sobre los inmigrantes judíos en Venezuela y sobre el deslave de Vargas”, añade.
Rincón también destaca el trabajo de autoedición y de pequeñas editoriales “que han optado por libros en formato físico y digital. Como los autores Alicia Ponte Sucre, Martha Aceituno; María Fernanda Bosque; Alexandra López y Lucas García (estos dos últimos en Ediciones Primario); y Clases Listas, la editorial de la venezolana Ximena Montilla, que vende en Amazon desde Estados Unidos”. Además está la serie Ota, de Marcia Arocha y Rodrigo Gonsalves, también de venta online.
Rincón también menciona el trabajo de autores, ilustradores y editoriales que han comenzado a florecer en otros lugares gracias al talento venezolano.
Es el caso de Cataplum, editorial fundada en Colombia por la venezolana María Fernanda Paz Castillo; El Embudo, de Gustavo Puerta Leisse, en España; así como el trabajo que siguen haciendo ilustradores como Gerald Espinoza y Reyva Franco, con su Perro Picado Studio en Ecuador; Stefano de Cristófaro, desde México; Ana Palmero Cáceres, en España (quien además es directora de arte en Ekaré) y Ramón París (finalista en la exhibición de ilustradores de la Feria de Bolonia en 2022 y ganador en 2017), también en España.
Una sopa con todas las letras
Andreína Melo, fundadora de la librería especializada en niños La Sopa de Letras, lleva once años perseverando en su misión de llevar libros a ese público tan importante. Y vaya unos once años que le han tocado. “Puedo decir que hemos hecho de todo menos aburrirnos”, bromea. “Hemos pasado por momentos difíciles, pero siempre tuvimos algo que ofrecer. Y cuando ya pensábamos que la cosa mejoraba, pum, vino la pandemia. Pero eso nos ayudó en cierta forma a explorar otras vías, como ponernos las pilas con Instagram”.
Desde 2020, La Sopa de Letras ofrece sus libros no solo en el bello local que todavía conservan en la Hacienda La Trinidad, sino que ahora también venden a través de las redes sociales y envían sus libros a todo el país. “Esto nos ha hecho reencontrarnos con nuestra misión de libreras: hablar con las maestras y orientarlas ─una labor que antes hacían los promotores de lectura de las grandes editoriales, y que desapareció con la hiperinflación─, de venderle a personas que ni nos conocían y de establecer mejores relaciones con los clientes”, dice.
A esta librería siguen llegando libros de las mejores editoriales infantiles de la lengua hispana, como A Buen Paso, Cataplum, La Barca de la Luna, Playco, Edelvives, Juventud, Impedimenta, Lata de Sal, El Embudo y, por supuesto, Ekaré.
“Estamos contentas porque tenemos un poquito de todo”, añade Melo, quien destaca de su labor el contacto con esa clientela tan fiel y tan exigente que son los niños.
“Nos llegan niñitos que quieren leer de ciencias, del espacio, y aquí los dejamos ver libros sin limitarnos a sus edades, pensando más bien en sus intereses. Nos encanta ver cómo van creciendo y ofrecerles libros para crecer con ellos, que los acompañen y que los lleven al piso de arriba de la librería”, dice evocando la sala para adultos, un espacio divino en el que provoca quedarse leyendo hasta el fin de los días.
Dragones, brujas y mucha magia
No es para nada curioso, hay que decirlo, que la gente que trabaja con el libro infantil tenga esta energía contagiosa e inagotable.
Fanuel Díaz dice que en el mundo de la literatura infantil y juvenil hay cuatro grandes territorios que observar: el de los escritores, el de las editoriales, el de los ilustradores y el de los teóricos e investigadores. Y basta escarbar un poco para ver como en todos ellos la diáspora venezolana tiene representantes que siguen trabajando y están haciendo aportes desde sus esferas y con toda esa experiencia ganada en este territorio.
Tampoco en Venezuela, quienes están contagiados de esa energía que proveen los libros para la infancia tiene la intención de rendirse. Lo resume muy bien Sashenka García: “Lo que queremos hacer quienes seguimos aquí y algunos de los que están afuera, es seguir trabajando y buscando apoyo. Yo siento que hay mucha solidaridad y hay que seguir haciendo. Seguimos construyendo ese tejido del mundo del libro infantil que es muy valioso y que como dice Mayté (Dautant), es un acto de fe. No deja de ser muy valioso que en el mundo hispanohablante hayamos sido tercamente constantes en esto. Este diplomado nos devuelve al ruedo”.
El Diplomado de Literatura Infantil de la Universidad Metropolitana y Cendeco dura 120 horas académicas, del 15 de junio al 14 de diciembre de 2022. Las clases en línea se harán por Zoom, los miércoles, de 2:00 a 7:00 pm (hora de Venezuela). Para más información e inscripciones, visita este enlace.