Alejandra Solano no recuerda la ropa que usaba en ese stand up ni tampoco qué día fue. Pero no puede olvidar lo mal que se sintió cuando la presentaron. En un local de Las Mercedes esperó sentada mientras dos comediantes intervenían. Estaba súper emocionada de subirse al escenario, pero cuando le tocó a ella, su nombre lo dijeron tan bajito que su seguridad y entusiasmo decayeron también.
Subió de todos modos, pero cuestionándose e intentando justificar lo que había pasado: “Es que yo no soy tan buena como los otros”, “Tiene sentido, porque nadie me vino a ver a mí”, “No soy nadie”. Incluso fantaseó: “¿Puedes volver a decir Alejandra Solano, pero ahora que se escuche fino?”. Recuerda todas esas dudas incómodas. Lo demás, su mente como que decidió bloquearlas.
Por ese ninguneo pasan muchas comediantes. Y no solo en Venezuela, como explica al final de esta entrevista Georgia Pritchett (ganadora de cuatro premios Emmy) al referirse a las pocas oportunidades de las mujeres que escriben comedia en Reino Unido.
Machismo nada cómico
La actriz y comediante Nina Rancel, residenciada en Los Ángeles, California, tiene once años haciendo comedia. Ha presentado su material en Venezuela, Colombia y Estados Unidos. Eso ha hecho cambiar su rutina para adaptarla a cada país en el que se presenta. Además de compenetrarse con la cultura y aprender el idioma o los modismos de los países donde hace su show, tuvo que aprender a ser la única mujer dentro de un grupo de comediantes.
Rancel emigró por primera vez en 2016; su destino era Bogotá, Colombia. En su estadía logró audicionar para el Comedy Central Colombia. Su material fue elegido entre el de sesenta comediantes y luego fue grabado, transmitido en televisión y publicado en YouTube. Fue una de las cuatro mujeres seleccionadas ese año, los otros treinta eran hombres. Al año siguiente la volvieron a llamar. Para entonces ella había regresado a Venezuela pero igual aceptó. En su segunda participación fue una de las tres comediantes mujeres, los otros veinte eran hombres.
En México reside una gran parte de los comediantes venezolanos, hombres y mujeres. Entre ellos están Estefanía León, Nadia María, Andreína Borges y Paula “Poly” Díaz. Cada una se desempeña en diferentes formatos de comedia: escriben, publican podcasts y hacen stand up.
Estefanía León comenzó hace siete años en Plop Contenido, una empresa encargada de proyectos como El Chigüire Bipolar, Isla Presidencial, Pero tenemos patria y otros. León asegura haber comenzado en la comedia desde un lugar privilegiado, cuenta que en Plop pudo desarrollarse mucho y que aunque era un equipo conformado principalmente por hombres, todos la ayudaron a seguir en esta profesión. Por eso reconoce que comenzó en un buen lugar, pero no niega las dificultades que tienen las mujeres para lograr que sus contenido se consuman y tengan reconocimiento. Cuenta que muchas veces ha sido la única en empresas creativas y en reuniones de ideas.
“Me ha pasado que estoy en una sala de guionistas y digo una idea, pero si no lo digo lo suficientemente duro, puede que llegue un hombre a decir la misma idea y lo escuchen a él. Pasa también que yo mando ideas y no las aprueban, pero a la semana un hombre envía las mismas y sí las aceptan. Tienes que estar peleando por tus ideas. En cualquier ámbito en el que estés tienes que ir más fuerte”, cuenta León, quien actualmente tiene un podcast llamado El Cuartico junto a Jesús “Chucho” Roldán y Daniel Enrique.
Una experiencia similar, la de ser la única comediante en un grupo de hombres, la vivió Nadia María cuando participó en el Hispanic Comedy Festival 2018, que se realizó en Australia.
Prejuicios de varios tipos
No todos los que se dedican a la comedia hacen stand up; pero este formato, junto al podcast, ha tomado fuerza en los últimos años dentro del gremio.
Nina Rancel y Alejandra Solano hacen stand up y cuentan que el primer paso es pedir fechas en todos los lugares donde hacen rutinas de stand up e intentar presentarse cada fin de semana, pero cuando logran tener sus primeras presentaciones deben dar más que otros y soportar ser presentadas con condescendencia.
Solano me cuenta: “Pasa que uno va a comenzar su rutina y ve las caras de la gente como de ‘uy una mujer viene a hacer comedia’. Una está como en tela de juicio desde que comienza hasta que termina. Si nosotras hablamos de cosas triviales de nuestras vidas, como la regla o las pastillas anticonceptivas, ves como la respuesta es ‘ay ya va a venir esta mujer a hablarme de su cosa’”.
León, luego de probarlo, decidió no dedicarse al stand up. Le interesan otras formas de comedia como la actuación y la escritura; sin embargo es otro testimonio de cómo se les juzga por, a juicio de muchos, no dar risa.
“Pasa que te montas una noche en un escenario, como la única mujer, y hay una serie de situaciones que pasan. Les encanta presentarte como ‘a continuación la siguiente comediante es mujer, tengan paciencia’. Hay una condescendencia rarísima, entonces ya hay una barrera que debes romper”. León también cuenta que en una de sus presentaciones, al subir al escenario un grupo de personas le volteó la cara, cuando ni siquiera había dicho una palabra.
Para Solano, el stand up amerita mucha persistencia. Cuenta que hay mujeres muy talentosas que han dejado de hacer comedia por lo difícil que es encontrar espacio y soportar los malos comentarios o las malas noches. Incluso, asegura que en muchas ocasiones ha pensado en dejarlo.
Durante la pandemia ella se unió a Ana Luisa Ces (conocida como la Señora Ana), Jene Tovar y Alessandra Hamdan para crear “Chistes mi amor”, un espacio propio que presentan en diferentes teatros y locales de Caracas. Esto les sirve para probar material y hacerse con un público fijo.
La sexualización que descalifica
Además de derribar la barrera del prejuicio con que las suele recibir el público, en el contenido también deben considerar su aspecto. Solano me dice que además de demostrar que eres buena todo el tiempo, tienes que hacerlo vestida de una forma que no incomode al espectador: “La imagen es motivo de crítica. Si yo salgo normal, dicen: ‘¿ella no se pudo bañar?’. Pero tampoco me puedo ver sexy”, apunta.
Rancel introduce el asunto en su rutina del Comedy Central Colombia: “En el país de las reinas de belleza, yo mido 1.56 y no tengo tetas”. También me dice: “Desde que nacemos lo que escuchamos es el ‘Ay, qué bella’ y nunca nos refuerzan el ‘Ay, qué cómica’”.
Para explicar la sexualización a la que están expuestas, hay que mencionar a Andreína Borges, una comediante y guionista venezolana en México, que fue acosada y hasta recibió amenazas de violación por redes sociales cuando comenzó su carrera. Ella, junto a Vícto Medina “Nanutria” y Jesús “Chucho” Roldán, tenía un canal de sketches en YouTube llamado “Santo Robot”.
Borges cuenta su experiencia en un artículo escrito por ella misma llamado “Miss Sex Symbol de YouTube”, donde habla sobre el comienzo de Santo Robot y de cómo comenzó a recibir comentarios de hombres a través de los comentarios. Cuenta que la primera vez que le dijeron que era un “sex symbol” fue durante una entrevista que le hicieron en el programa “Chataing TV” por Televen.
El comentario llegó a tanto que cuando iba a probar material en stand up se le comenzó a presentar como la sex symbol de YouTube. “El título me hizo sentir como reina de feria, como una cáscara vacía. Solo podía pensar en las mujeres que habían sido veneradas por su belleza en Venezuela, pero ninguna de ellas escribía”.
Y la etiqueta no fue lo único, luego Borges tuvo que vivir el acoso en la calles. Un día, mientras caminaba hacia su carro, un hombre le gritó que la iba a violar. También recuerda que durante una reunión de trabajo, uno de sus jefes decidió hacer comentarios sobre el color de su sostén.
“Mi temor y mi amargura eran profundos”. Su respuesta en ese momento fue usar faldas cortas y chistes agresivos. Y hasta escribió un sketch donde se burlaba de sus acosadores.
Aliarse y nombrar
Rancel reconoce que a ella le hubiera encantado que hace once años hubiera tenido a su alrededor a la misma cantidad de mujeres comediantes que hay hoy en día. Claro, a la vez sabe que pudiera haber muchas más. Ella y León coinciden en la falta de referencias que tuvieron en la infancia.
León veía muy lejanas a humoristas como Nelly Pujols, Martha Olivo, Norah Suárez, Nancy Soto y otras que fueron referencia en el siglo pasado y a inicios del XXI por su trabajo en programas como Radio Rochela, Cheverísimo y otros.
“De muy pequeña me pasaba que veía en Radio Rochela mujeres muy mayores a mí o a símbolos sexuales como La Coconaza —explica León—. Considero que ahora hay mujeres en lugares estratégicos que han permitido que la situación cambie, porque comienzan a haber referencias y las personas comienzan a bajar sus propios prejuicios. Mientras más mujeres comediantes haya, más se logrará mostrar que hay opciones e inspiraciones”.
La serie original de Amazon Prime, The Marvelous Mrs. Maisel, ayuda a entender el pasado. Está protagonizada por una mujer que intenta posicionarse dentro de la comedia en los años sesenta, en Nueva York. Ella y su representante, también mujer, tienen que buscar espacios que dominados por hombres. Las mujeres solo están para atender el hogar, a sus esposos e hijos.
The Marvelous Mrs. Maisel está inspirada en la vida de dos comediantes estadounidenses pioneras: Joan Rivers (1933-2014) y Totie Fields (1930-1978). Aunque ya han pasado muchas décadas, las situaciones que el personaje ficticio vive en esta historia no están tan alejadas de la actualidad, ella también es juzgada por lo que dice y por cómo se comporta.
Al final, las comediantes venezolanas logran encontrar afuera las referencias, aunque la situación en otros países no sea más alentadora. León, por ejemplo, tiene como referencia a la actriz y escritora estadounidense Chelsea Peretti, quien es conocida por la serie Brooklyn Nine-Nine y además tiene su propio especial de comedia en Netflix publicado en 2014 y titulado Chelsea Peretti: One of the Greats.
Los especiales de comedia en Netflix son un ejemplo de que aún el sector aún está dominado por hombres, porque si se va a la sección de stand up en la plataforma se pueden ver que hay muchas más opciones de hombres que de mujeres. Pero que no sean mayoría, no quita que sí haya muchas que cuentan con su especial publicado, como Ellen Degeneres, Sarah Silverman, Leslie Jones, Ali Wong, Amy Schumer, Hannah Gadsby y Whitney Cummings. Y aunque aún no hay venezolanas, sí hay material de varias latinas: Malena Pichot: Estupidez compleja (Argentina), Natalia Valdebenito: El especial (Chile), Sofía Niño de Rivera: Selección Natural (México), Mea culpa de Alexis de Anda (México) y Jani Dueñas: Grandes fracasos de ayer y hoy (Chile).
Aunque se refiere a la comunidad LGBTQ+, la estadounidense Ellen DeGeneres explica la importancia de contar con esas referencias en su especial de Netflix Relatable: “Creo que cuando algo se dice y cuando ves a representantes de alguna materia, el asunto se desmitifica. La gente ya no teme”.