Los lugares de respiro, de refugio, son pocos en la Caracas de hoy. Estamos más acostumbrados a despedir que a dar la bienvenida, a esperar siempre lo peor. A disfrutar por momentos, por meses. El disfrute de La Poeteca llega este 7 de mayo a tres años, el último en pandemia, y su equipo sigue trabajando para promover de la poesía venezolana.
En la avenida Francisco de Miranda, en Los Palos Grandes, a pocas cuadras de la Plaza Francia de Altamira, está el edificio Mene Grande. Allí un espacio se dispuso para ser el centro de la poesía, tanto para escritores como lectores. Durante tres años la Fundación La Poeteca se ha encargado de desarrollar actividades de formación en este género literario, promover concursos y publicar textos.
Un almuerzo y una idea
En 2017, uno de los años más violentos para los venezolanos que protestaban contra el régimen, Ricardo Ramírez Requena era parte del departamento de publicaciones de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) como subdirector junto a Marcelino Bisbal. En ese cargo afirma haber desarrollado actividades maravillosas, entre ellas la Feria del Libro del Oeste que se sigue haciendo en esa misma casa de estudio. A Marlo Ovalles lo conocía por el @TeamPoetero —un grupo creado en redes sociales para publicar obras poéticas— y por el Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas. Entre ambos se plantearon, durante un almuerzo, desarrollar un lugar de encuentro para la gente de letras.
Días después decidieron que, según los propósitos que querían cumplir, la figura de una fundación sería lo más adecuado, un lugar “donde uno pueda tener un grupo de libros y la gente los pueda consultar, y salones para dictar talleres”, dice Ramírez Requena, director general de La Poeteca. “A partir de eso comenzamos a trabajar y soñar el proyecto”.
Como parte de ese sueño que se empezó a hacer más grande cada vez, Ovalles contactó a la poeta y escritora Jacqueline Goldberg para unirla al equipo que haría el sueño posible. En 2018 La Poeteca inauguró en el sótano de la Torre Uno, en Las Mercedes, espacio que dejaron meses después.
Goldberg, gerente editorial, relata cómo Ovalles la contactó y cómo su esposo, el arquitecto y poeta Hernán Zamora, se encargó del remozamiento del espacio de La Poeteca en Las Mercedes y luego en Los Palos Grandes. Ellos, en enero de 2018, eligieron desde muebles hasta políticas editoriales. De tantos eventos, el que con mayor claridad permanece en su memoria es el del día de la inauguración:
“Yo tengo claros los rostros de la gente entrando el día que abrimos el espacio. Se hizo una lectura, todos hablamos, se hizo un brindis. La alegría. La cara era de asombro”.
Y el asombro venía porque era inimaginable, meses antes, que existiera esto como opción en Caracas. Como dice Goldberg “La Poeteca pudo haber sido un sueño loco y nadie se lo hubiera imaginado real, menos en la Venezuela de estos tiempos donde todo ha venido cuesta abajo, nuestros ánimos y las instituciones”.
Por su parte, Ramírez Requena dice: “Daba miedo, pero era un reto maravilloso, enriquecedor. Lo pensamos en una dimensión modesta, pero la oportunidad del espacio de Los Palos Grandes nos permitió crecer, aumentar el personal y aspirar más”.
Lo que empezó con seis estantes de libros ahora tiene cerca de doce mil textos en veinte estantes. Desde La Poeteca se ha logrado llevar a cabo diferentes encuentros, presenciales y virtuales, especializados en la poesía, apoyados por diferentes empresas y embajadas. Pronto publican su poemario número trece.
El problema del financiamiento
La crisis social, económica y política del país hace que el apoyo económico a proyectos culturales no sea una prioridad. En La Poeteca han tenido que asumir esto, con paciencia, y haciendo con lo que tienen y con el apoyo que logran todo lo posible por mantenerse.
“Es muy difícil conseguir un financiamiento en Venezuela que vaya dirigido a una iniciativa cultural de carácter literario como la poesía, porque se considera que es una actividad un poco inútil en términos sociales. Todavía, doscientos años después de la Revolución Francesa, del Romanticismo y luego de haber transitado todo el siglo XX, existe esa idea de la poesía e incluso de la literatura en general”, explica Ramírez Requena.
Reconoce la crisis humanitaria que vive el país; sin embargo asegura y defiende su espacio:
“Siempre hemos creído que la apuesta de la poesía es la memoria de los pueblos y esa memoria se debe preservar”.
La Poeteca entonces se encarga de aliviar la escasa formación artística, principalmente literaria que sufre el país. Para generaciones en los últimos años, con todo y el internet, resulta difícil acceder a textos recientes porque no llegan al país o porque son muy costosos, por eso la biblioteca de esta Fundación tiene disponibles miles de libros que se pueden leer en su sala.
“Yo misma con 54 años puedo disfrutar de tener una biblioteca linda con cosas importantes, para mí es un lugar fundamental. El corazón latente de La Poeteca es su sala de lectura, es ver entrar gente, es gente tomándose un café, es leer poesía”, comenta Goldberg.
Enfocados también en la formación han decidido crear talleres formativos, en un inicio se pensó de forma gratuita para un grupo de interesados seleccionados que cumplieran con ciertos requisitos, luego se decidió hacer una convocatoria general para un taller pago y luego la modalidad gratuita.
Entre esos programas de formación está el Diplomado de Apreciación y Estudios Poéticos, dictado por Olga Muñoz Carrasco, Luis Miguel Isava y Arturo Gutiérrez Plaza.
Un espaldarazo en el mundo editorial
Además de la formación, es importante para un joven poeta publicar, lograr que su trabajo llegue a los lectores. Goldberg, con treinta años de experiencia en el mundo editorial, es la gerente editorial de La Poeteca. Aunque publicar no es el fin principal de la fundación, sí es una importante labor, pues da la oportunidad a muchos de llevar a papel, o a PDF, sus escritos.
“Nos gustan los libros y lo lógico es que los hagamos, aunque no al ritmo de una editorial que a lo mejor necesita vivir de eso”, aclara la poeta. “Por eso la escogencia es muy delicada y el trabajo de difusión y promoción que se hace es muy particular”.
Hace poco se publicó el poemario número trece, titulado La inclinación y parte de la colección Contestaciones, original del poeta y profesor Alexis Romero. Este, como los otros, se encuentra disponible para descarga en el sitio web de La Poeteca de forma gratuita y se puede comprar en físico a través de Amazon.
A finales de 2019 se imprimieron 500 ejemplares, y para 2020 decidieron probar con Amazon. Aunque Goldberg y todo el equipo es defensor del papel, entienden lo difícil y costoso que es imprimir y distribuir. Además es una prioridad lograr publicar en físico a los ganadores del Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas, de estos hasta la fecha hay cinco ediciones y para este año se espera la sexta.
Para la primera edición del concurso se recibieron 600 poemas y para su última edición en 2020 participaron cuatrocientos poemas. Dice Ramírez Requena: “De cuatrocientos a seiscientos autores deciden participar en el concurso Cadenas. Eso nos habla bien de la cantera literaria poética que tenemos en Venezuela, desbordada de un talento que solo necesita de esto”.
La actividad editorial ha pasado por distintas etapas. En los últimos días, la organización del Concurso Cadenas tuvo que empezar a trabajar en un código ético a propósito del movimiento #YoSíTeCreo.
Modelos estadounidenses como norte
En 2018 Goldberg fue a la residencia de escritores de la universidad de Iowa, en Estados Unidos. Ese viaje significó mucho para la poeta. Durante ese tiempo Goldberg siguió trabajando en la edición de los cinco primeros libros de La Poeteca: “Desde allá fui mirando todo el material, y siempre recordaré que era muy sencillo imprimir, cosa que aquí es una tragedia. Los editores estábamos acostumbrados a imprimir todas las veces necesarias los borradores y eso ahora es prohibitivo, porque no tenemos impresora en nuestras casas. Allá lo hice con facilidad y felicidad, sin arruinarme”.
En el mismo viaje logró visitar Nueva York y la Poets House. Esto la hizo entender el camino del proyecto que se iniciaba en una golpeada Venezuela. Allí sentía la misma magia, comodidad y ganas, solo que en vez de la Francisco de Miranda podía ver el río Hudson.
En Venezuela, antes del chavismo, lo más parecido que había existido a este espacio, según Ramírez Requena, fue la Casa de la Poesía Pérez Bonalde, que tenía una dimensión mucho más grande, pues contaba para el momento con financiamiento del Estado. Ahora sus modelos más cercanos son propuestas estadounidenses.
Esa grandeza de los proyectos en los años setenta y ochenta también la relaciona Goldberg con la sorpresa de todos ante un lugar como La Poeteca: “Estábamos acostumbrados a proyectos de alguna manera apoteósicos: que si el Museo de Arte Contemporáneo, el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia, grandes librerías. Veníamos de que lo normal era verse producir maravillas. Luego vino un tiempo de absoluta sequía y de mucho miedo a que estas cosas dejaran de ocurrir, eso pasó, y más con la pandemia —la puta pandemia—. Al momento de abrir fue la oportunidad para gente de mi generación y hasta mayor que la tuya —los nacidos en los noventa— que no habían presenciado demasiado estas cosas. Fue volver a esto, a que fuera natural que se abriera un espacio bonito y propicio que organizara diferentes actividades”.
Para la celebración de los tres años La Poeteca tiene un cronograma de eventos virtuales debido a la pandemia, como los talleres y conversatorios a través de Zoom que han mantenido activos durante este año.
Una de las noticias que darán es la de una nueva sede del proyecto en Miami, Florida, donde residen tantos venezolanos actualmente.
Se debe destacar que la fundación no solo trabaja para venezolanos en Venezuela sino para los venezolanos en todas partes del mundo, entendiendo la realidad de cada uno, como agrega Ramírez Requena: “No es suficiente estar viviendo en Madrid para estar muy bien. Se puede tener venticinco años y trabajar lavando platos todas las noches los siete días de la semana, es parte de las realidades que mucha gente desconoce”.
Otra de las posibilidades que ofrece la fundación es la Linkoteca, una sección en su sitio web que permite descargar de forma gratuita libros de poetas venezolanos. Se hizo considerando la imposibilidad de visitar el espacio físico en el último año. Actualmente La Poeteca abre las semanas decretadas como flexibles.
“Nosotros no somos ingenieros, no somos médicos, nosotros trabajamos desde la memoria, desde la poesía, desde la literatura, de eso sabemos y en eso nos hemos concentrado”, finaliza Ramírez Requena.