«Por favor, ayuda a mi papá a superar el covid en Venezuela».
Ese mensaje ya se ha hecho demasiado familiar. También el link que lo acompaña, a GoFundMe. La plataforma de crowdfunding basada en Redwood City, California, se ha convertido en el método de colecta de fondos para las familias que encaran colosales gastos médicos, no tienen un seguro que los cubra y, comprensiblemente, no quieren depender de un sistema público de salud tan devastado que obliga a miles de venezolanos a llenarse de deudas para conseguir una cama en una clínica, sobre todo en Caracas.
Este servicio se ha hecho tan importante para los venezolanos que cuando estalló la segunda ola de covid en el país, a mediados de marzo, ya había en GoFundMe más de dos mil campañas simultáneas relacionadas con Venezuela, solo para cubrir gastos relacionados con la enfermedad.
Para el 14 de abril, 2.338 campañas en GoFundMe tenían las palabras clave «covid» y «Venezuela».
Algunas habían comenzado en agosto de 2020 y seguían abiertas, pero la mayoría eran relativamente recientes: en la primera quincena del mes se abrieron 407 colectas (un 17,8 % de todas esas campañas activas) y aumentaron a un ritmo del 16,5 % por semana (188 en la primera semana de abril; 219 en la siguiente).
Y no es que sea sencillo para un venezolano abrir una campaña en GoFundMe. Este sitio web sólo opera en 19 países, así que para crear una colecta allí necesitas a alguien que tenga una identificación legal correspondiente, como un número de seguridad social en Estados Unidos o un DNI en España, más una dirección actual y una cuenta bancaria local. Según la Organización Internacional para las Migraciones, solo el 15,8 % de los migrantes venezolanos (820.000 del total aproximado de 5.5 millones) viven en esos 19 países donde GoFundMe puede reunir dinero y depositar en una cuenta bancaria. Y no todas esas 820.000 personas tienen un estatus migratorio regular que les permita reunir esas condiciones que el servicio exige. Si no conoces a nadie que viva en esos lugares, toca tratar de reunir fondos afuera vía PayPal o Zelle.
El caso de Alexandra (nombre ficticio porque prefiere mantener el suyo en reserva) revela las complicaciones que pueden surgir. Un tío suyo, hospitalizado con síntomas de covid, estaba agotando su seguro, así que ella intentó abrir una campaña en GoFundMe desde Venezuela. Fue imposible, así que usó un VPN para ocultar su dirección IP. Al principio pareció resolverlo, pero al día siguiente no podía acceder a la campaña, ni siquiera mediante el VPN. Tuvo que pedirle a su papá, asilado político en Estados Unidos, que la abriera, pero mientras reunía los recaudos y se los pasaba a GoFundMe pasaron cuatro días.
El otro detalle es cuánto puedes reunir realmente. Hay casos de éxito, como el de Soledad Bravo, que recolectó más de 25.000 dólares para ella y su familia, todos pacientes de covid. Pero la mayoría de las campañas no llegan cerca de la meta. Analizando 200 campañas con las palabras clave «covid» y «Venezuela» con al menos dos semanas de actividad, el 68 % ha reunido menos de la mitad de su meta, y un tercio menos del 25 %.
La campaña promedio aspira a 14.000 dólares y recolecta poco más de 3.500, es decir, un poco más que para pagar un par de noches en terapia intensiva en una clínica caraqueña.
Juan (también un nombre ficticio) solo llegó a 2.800 dólares de los 10.000 que necesitaba para su abuela, diagnosticada con covid el 2 de marzo. Pero ella falleció 18 días después, y la campaña apenas cubrió dos de las cinco noches en terapia intensiva. La familia tuvo que reunir el resto, y dos de sus miembros se quedaron sin ahorros.
En este momento hay más de 267.000 campañas activas en GoFundMe para gastos de covid en el mundo. En la región, solo Perú (con 22.000) y Chile (con 17.000) tienen más campañas que Venezuela. Pero esos países tienen más de un millón de casos acumulados de covid y, al menos en Chile, la vacunación va muy adelantada. Para los venezolanos, aun con los resultados que da, no queda mucho más que hacer que seguir buscando ayuda por GoFundMe o donde sea.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en Caracas Chronicles