¿Qué se supone es una Asamblea Nacional Constituyente (ANC)?
Una Asamblea Nacional Constituyente es una figura político-constitucional reconocida en la Constitución de 1999. Tiene como propósito transformar al Estado a través de un proceso constituyente por medio del cual se crea una nueva Constitución. El Estado venezolano nació, precisamente, de un proceso constituyente que se inició el 19 de abril de 1810 y culminó con la promulgación de la Constitución del 21 de diciembre de 1811.
En dos platos, más allá de los bombos y platillos de la transformación del Estado y la creación de la República: es un órgano elegido democráticamente al que se le encarga hacer una Constitución.
Así que esta nuestra no es una Asamblea Nacional Constituyente, sino un para-Parlamento, y su origen es ilegítimo.
¿Por qué la actual ANC es ilegal?
La respuesta corta: fue convocada y electa al margen de la Constitución vigente.
La larga: la Constitución de 1999 establece que el “pueblo”, depositario del poder “constituyente originario”, puede convocar a una ANC “con el objeto de transformar al Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”.
Es difícil recordarlo, porque en estos 20 años han pasado muchas cosas, pero aquello del “poder originario” fue un concepto bastante controversial en su momento. Una lumpia que se fumó la entonces Corte Suprema para darle a Hugo Chávez su nueva Constitución. Pero lo que quiere decir, en nuestro contexto actual, es que el pueblo debía decidir si convocaba o no un proceso constituyente, lo que solo podía hacer mediante un referendo consultivo.
La ANC que produjo la Constitución vigente hoy fue convocada según esas normas, en 1999, y esa Carta Magna fue aprobada por un referendo en diciembre de ese año, justo durante el deslave. Por eso, aunque todo ese proceso ha sido muy cuestionado, así como el texto mismo de la Carta Magna, la Constitución emanada de esa ANC es aceptada nacional e internacionalmente como legítima.
En este caso, el referendo consultivo no se hizo. Por el contrario, Nicolás “convocó” directamente el proceso constituyente, mediante el decreto 2.830 del 1 de mayo de 2017, sin consultarle al “soberano” si quería o no convocar una ANC.
Además, la elección de los miembros de esta ANC se hizo sin participación de ningún partido político que no fuera del gobierno, pues los partidos de oposición denunciaron que el sistema de elección era inconstitucional y fraudulento. Y hasta la empresa que había prestado servicio al CNE durante muchas elecciones, Smarmatic, denunció inconsistencias de al menos un millón de votos en esa elección.
Por ello, desde la oposición se ha advertido que todas las decisiones que dicte la ANC son inconstitucionales, porque han sido dictadas por una instancia política que fue convocada y electa al margen de la Constitución de 1999.
¿Qué ha hecho la ANC hasta el momento?
A dos años de haber empezado sus funciones, la ANC no ha presentado al país un proyecto formal de Constitución, lo cual sería su principal misión si hubiera sido convocada y electa conforme a la Constitución de 1999.
Pero sí ha dictado decisiones para perseguir a diputados, revocó la elección del Gobernador del Zulia, e instaló la llamada Comisión de la Verdad pero para la persecución política. Igualmente, ha dictado “Leyes Constitucionales” en materia política, como la Ley contra el Odio, y en materia económica, como la Ley en Materia de Inversión Extranjera, o una reciente ley que establece un impuesto al patrimonio.
La ANC ha sido una constante guillotina sobre la cabeza de la dirigencia opositora. En los últimos meses ha decidido “levantar la inmunidad” de varios diputados, para emprender persecución judicial y empujarlos al exilio o a la cárcel, con lo que ha ido mutilando el quórum necesario en la Asamblea Nacional para darle legitimidad a sus decisiones.
¿Para qué le sirve a Maduro?
Para dar una apariencia de decisión colegiada, sancionada por una mayoría, a las medidas que se deciden en Miraflores o Fuerte Tiuna, se anuncian en Con el mazo dando y pasan luego por el Tribunal Supremo de Justicia y la ANC. Esa apariencia solo funciona, desde luego, ante los fieles de Nicolás y ante los pocos Estados que reconocen la legalidad del régimen y de la ANC; los países que ven como presidente encargado a Juan Guaidó lo hacen porque consideran que el único parlamento que existe en Venezuela es la Asamblea Nacional, de la que Guaidó es presidente desde enero de 2019.
La ANC es prácticamente un coro de las decisiones para controlar a la población y perseguir a la oposición. Estas decisiones provienen de las tribus dominantes de la alianza en torno a Nicolás. Es tan evidente el carácter punitivo de la ANC, en tanto órgano de “legitimación” de la acción represiva, que Nicolás le ha encargado recientemente que proceda a la contraofensiva ante las sanciones económicas dictadas por el Gobierno de Estados Unidos.
En ese sentido, más que a la Asamblea Nacional Constituyente que tuvo Venezuela en 1999 —que también estaba claramente dominada por el chavismo pero sí cumplió su función de elaborar una Constitución— esta ANC de hoy se parece mucho más al Soviet Supremo de la URSS o a la Asamblea Nacional de Cuba, órganos creados para afiliar a líderes menores, los miembros de ese cuerpo, y para funcionar como cámaras de eco para decisiones ya tomadas en los estrechos círculos del poder autocrático.
En el caso específico de la ANC del régimen de Nicolás, esta fue creada como un parlamento paralelo, un poco siguiendo la lógica que ha hecho nombrar “protectores” chavistas de un Estado cuando el régimen pierde una elección regional. Como la Asamblea Nacional obtuvo mayoría opositora en las elecciones parlamentarias de 2015, el régimen se hizo un congreso propio, con lo cual de hecho dio un paso fundamental para terminar de convertirse en una dictadura.
Pero además la ANC tiene una función adicional: proveer a Diosdado Cabello —cuyo apoyo es tal vez lo que mantiene a Nicolás en el poder— de un espacio propio para ejercer su poder, particularmente diseñado para cumplir con su trabajo de perseguidor de todo posible enemigo de la revolución bolivariana. Una morada que, al parecer, se le está quedando pequeña, ahora que Cabello se ha lanzado, a punta de purgas en la fuerza armada y la oposición, a una reconquista de su poder personal desde los turbios hechos del 30 de abril