El próximo 6 de junio se celebran las elecciones presidenciales en Perú, en segunda vuelta, para elegir a quién estará en palacio de gobierno durante los próximos cinco años.
En medio de un ambiente polarizado, la ciudadanía se debate entre elegir entre la izquierda radical, que ha ganado terreno en las regiones más alejadas de la capital, representada por el candidato Pedro Castillo de Perú Libre, un recién llegado a la política nacional, o la derecha, con una representante que se ha visto involucrada en escándalos de corrupción, la muy conocida Keiko Fujimori, de Fuerza Popular.
Para entender el contexto político peruano conversamos con Alonso Gurmendi, abogado, internacionalista y politólogo peruano; y el venezolano José Vicente Carrasquero, especialista en comportamiento electoral y marketing político.
¿Quiénes son los candidatos?
Keiko Fujimori es hija del expresidente Alberto Fujimori, quien dejó la presidencia en noviembre del 2000 y fue acusado de incapacidad moral por el Congreso de la República.
Con su partido político, Fuerza Popular, Keiko Fujimori ha estado involucrada en escándalos como la vacancia del expresidente Pedro Pablo Kuczynski, o la alianza con varios partidos en el Congreso para sacar al expresidente Martín Vizcarra del poder. Ya fue candidata presidencial en dos ocasiones anteriores. En el 2011, frente a Ollanta Humala, perdió en una intensa segunda vuelta. En diciembre de 2015 anunció nuevamente su candidatura a las elecciones de 2016 y, aunque resultó la más votada en la primera vuelta, Kuczynski la derrotó en lo que fueron las elecciones más reñidas del país.
Fujimori fue detenida en 2018 por cargos de lavado de activos en el marco de las investigaciones de aportes irregulares de campaña y del escándalo de corrupción con Odebrecht que atravesó toda América Latina. A finales de 2019 fue liberada cuando el Tribunal Constitucional le concedió el habeas corpus. En enero de 2020 regresó a prisión preventiva pero la Sala de Apelaciones de Perú revocó la medida en abril, y ordenó su libertad bajo comparecencia restringida en mayo del mismo año.
El otro contendor en la segunda vuelta del 6 de junio, Pedro Castillo, es un profesor y dirigente sindical. En 2017 saltó a la palestra como líder de la huelga magisterial de ese año. En 2020, se postuló como alcalde de Anguía, sin éxito. Ese mismo año anunció su candidatura a la presidencia por el partido Perú Libre. Pasó a la segunda vuelta con un 18,92 % de los votos válidos.
Se ha señalado que Castillo está involucrado con el Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (Movadef), rama civil del grupo terrorista Sendero Luminoso, en un informe presentado en agosto de 2017 por el entonces Ministro de Interior, Carlos Basombrío. En reiteradas ocasiones Castillo ha negado el vínculo.
José Vicente Carrasquero asegura que una victoria de Pedro Castillo retomaría la agenda que inició Chávez en la región, pues una de las cosas que ha ofrecido es convocar una Asamblea Nacional Constituyente.
En la última encuesta de simulacro de votación de Datum Internacional (hecha el 20 de mayo), Pedro Castillo obtuvo el 45,5 % de los votos y Keiko Fujimori el 40,1 %. El simulacro que hizo Ipsos para América TV, que culminó el 21 de mayo, daba una diferencia similar: 52,6 % para Castillo y 47,4 % para Fujimori. Una encuesta anterior los mostraba con diez puntos de distancia, y una más que salió el fin de semana decía que Fujimori superaba por un punto a Castillo en intención de voto. El simulacro de Ipsos arrojó que 15% de los electores —en un país donde votar es obligatorio— pensaba votar en blanco o nulo.
Si llega al gobierno Keiko Fujimori, Perú volvería a vivir un autoritarismo, como con su padre. “Fue el plan original en el que se basó el chavismo, solo que con otra narrativa”, comenta el abogado y politólogo peruano Alonso Gurmendi. El especialista considera que ambos candidatos tratarían de modificar la constitución para avalar la reelección y permanecer en el poder a través del uso de las fuerzas del Estado, “solo que uno por la derecha y otro por la izquierda”. Además, la candidata Fujimori ha hablado de “demodura”, una suerte de unión de las palabras democracia y mano dura, que termina sonando a dictadura.
Gurmendi considera que en un contexto de inestabilidad política tan seria como el que vive Perú desde hace varios años, hay el riesgo de que cualquiera de los dos pueda salir del gobierno si el parlamento los destituye al declarar que el mandatario ha abandonado el cargo o es incapaz de ocuparlo, como ha pasado en los años recientes. También, que el Ejecutivo disuelva el Congreso, “quizá más con Castillo que con Keiko, porque hay más fuerzas conservadoras en el congreso que fuerzas de izquierda, pero esto nunca es cien por ciento predecible con el congreso peruano”. Para Carrasquero una presidencia de Fujimori mantendría una institucionalidad similar a la actual.
¿Cuál es la historia entre Venezuela y el fujimorismo?
La historia entre Hugo Chávez y Alberto Fujimori se remonta a 1992: el 27 noviembre de ese año, 93 militares intentaron un nuevo golpe contra el expresidente Carlos Andrés Pérez. Fujimori dio asilo en Perú bajo el Servicio de Inteligencia Nacional del Perú (SIN) a un grupo de oficiales de la Fuerza Aérea que volaron en un avión militar venezolano y aterrizaron en la ciudad peruana de Iquitos para solicitar refugio.
A principios de los noventa, Fujimori, un ingeniero que llegó a la política peruana con un discurso de poner orden, era aplaudido en varios sectores de la política venezolana, no solo el chavismo, por haber disuelto el Congreso y haber instaurado un régimen de fuerza.
Dieciocho años después, cuando la televisión peruana difundió un video en el que el temido jefe de seguridad del gobierno de Fujimori, Vladimiro Montesinos, se veía entregando un soborno a un parlamentario y el gobierno de Fujimori colapsó, el país donde Montesinos terminó refugiándose fue Venezuela. El gobierno de Chávez negaba su presencia, que denunciaban varios medios de comunicación, hasta que en 2001 fue detectado por la policía peruana y el gobierno venezolano tuvo que extraditarlo al Perú. “Esto fue uno de los primeros escándalos internacionales que enfrentó Chávez y sobre el cual nunca dio mayor explicación”, dice Carrasquero a Cinco8.
¿Cuál será el panorama para los venezolanos que viven en Perú?
A Perú han arribado más de un millón de venezolanos, según la última actualización de la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela. Es la principal comunidad de extranjeros en el país, por lo que el tema migratorio ha estado presente en los discursos políticos, aunque más enfocado en la seguridad fronteriza.
Venezuela y los venezolanos han sonado continuamente en esta campaña, como pasó en Colombia y Ecuador.
El juego de palabras “así venezó empezuela” se ha popularizado entre quienes aluden al comunismo, para ellos encarnado en Castillo, como un fantasma para asustar a los electores.
En un canal de YouTube, Pregúntale a un Venezolano, varios venezolanos hablan sobre cómo es vivir en el socialismo. “A los peruanos, yo les digo que sepan elegir”, dice uno de los testimonios.
Algunos medios de comunicación que antes publicaban notas en las que utilizaban calificativos como “venecas roba maridos”, generando una visión negativa de la migración en Perú, ahora reflejan historias sobre los efectos del gobierno socialista de Chávez y Maduro. Es la llamada «prensa chicha», la prensa popular que en tiempos del fujimorismo servía para bombardear la reputación de los opositores. En las calles limeñas también se han visto vallas que exhortan a espantar el socialismo con el caso venezolano como ejemplo o llamando a la “Oración venezolana por el Perú”.
Ya en los discursos y su plan de gobierno, Castillo habla sobre todo de controlar las industrias, las empresas extractivas y los recursos naturales desde el Gobierno, de la reestructuración total del Estado y de desarticular el Tribunal Constitucional. No ha mencionado una política migratoria específica, pero ha dicho que una “inmigración súbita” podría atentar contra el éxito de su plan, y que la “inmigración súbita venezolana” ha contribuido al flagelo de la trata de personas. Frente a la migración, Fujimori tampoco plantea una política concreta; sin embargo, se ha referido en diversas ocasiones a la migración en el Perú. “Es importante señalar la política migratoria. En nuestro país vemos con indignación cómo a través de nuestras fronteras se están colando ciudadanos sin los papeles correspondientes. Hacemos un anuncio para convocar a las Fuerzas Armadas para que colaboren a vigilar y sellarlas muy bien”, dijo Keiko Fujimori recientemente en un debate con Castillo.
Para Gurmendi, tanto Castillo como Fujimori pueden usar la xenofobia contra los venezolanos. Duda que haya una política de protección a los migrantes y refugiados como la que hizo Pedro Pablo Kuczynski, quien creó la posibilidad de tramitar el Permiso Temporal de Permanencia (PTP) para la comunidad venezolana.
“El populismo xenofóbico vende y eso es una tragedia, porque desde una perspectiva de derechos humanos, la población va a estar incluso más vulnerable que muchos peruanos, porque al peruano no lo pueden deportar”, Dice Gurmendi.
Como sea, está por verse quién ganará y cuáles serán sus políticas públicas en torno a la comunidad extranjera.