La población de San Antonio de los Baños, cercana a La Habana, era conocida en el mundo cultural latinoamericano por su escuela internacional de cine, en la que llegó a dar cursos de guión Gabriel García Márquez. Ahora suena por razones muy distintas: ahí comenzó la protesta que luego se extendió a la capital y a muchas ciudades de Cuba durante el 11 de julio. Las manifestaciones se extendieron velozmente durante la tarde, y la represión comenzó de inmediato. Ha habido algunos saqueos. No se ha confirmado si ha habido muertos.
Parece haber consenso en que son las mayores protestas contra el gobierno cubano desde que la llamada revolución cubana derrocó a la dictadura de Fulgencio Batista en enero de 1959. Durante 62 años ha habido numerosas manifestaciones de masas en la isla, pero organizadas por la dictadura para celebrar a Fidel Castro y a la revolución, y para desafiar al villano oficial de siempre, Estados Unidos. Lo novedoso aquí es la magnitud de estas protestas, en las que participaron al menos varios cientos de personas; en la dictadura más antigua y más férrea del hemisferio occidental, con un espantoso historial de derechos humanos, los ciudadanos disfrutan de muy pocas libertades, no pueden elegir directamente a sus gobernantes, no pueden participar políticamente a través de otros partidos que no sean el Partido Comunista Cubano, y no pueden expresarse ni manifestar libremente.
La última vez que ocurrió algo parecido fue en 1994, durante la época más dura del Periodo Especial, esos años de crisis humanitaria en la isla que comenzaron con el derrumbe del patrocinio soviético en 1991 y terminaron con las inversiones europeas y el inicio del patrimonio chavista en 1999. En aquel momento, Fidel Castro reprimió pero también levantó, temporalmente, el resguardo de las fronteras, y cientos de personas aprovecharon para lanzarse al mar y tratar de llegar a Estados Unidos. Así liberó la presión y el régimen continuó, intacto.
Esta vez, las penurias de la población son también el detonante, pero hay cuatro grandes diferencias con aquel momento. Una: no están Fidel, ni su hermano Raúl, a cargo; su heredero, el presidente Miguel Díaz Canel, no tiene el prestigio histórico o el carisma de Fidel y es como Maduro sin Chávez, salvando las distancias. Dos: la pandemia es tan agobiante para la gente como la crisis. Tres: en 1994 las protestas no ocurrieron en todo el país, como este 11 de julio, donde se reportaron en al menos 40 ciudades y pueblos. Y cuatro: en 1994 no había redes sociales para organizar las protestas y difundir las imágenes de la represión.
Razón principal: la economía
Según todos los testimonios y los mismos videos que han circulado por las redes sociales, el reclamo principal en las protestas es económico. La penuria es lo que más molesta a los cubanos (como a todo el mundo en todas partes) y lo que más los agobia dentro del país y los empuja a emigrar.
Cuba está pasando por una terrible crisis y han vuelto la escasez crónica, las colas y los precios altísimos (este especial de elTOQUE explica el impacto en la alimentación). El euro y el dólar circulan en Cuba junto con el peso cubano, que casi no compra nada, y las divisas son lo que le dan algo de poder adquisitivo a la gente. Pero las divisas entran sobre todo con el turismo; como el ingreso de viajeros se detuvo por la pandemia, la ya precaria economía cubana se encogió un 10 % de su PIB el año pasado. Otra fuente de divisas son las remesas de los cubanos en el exterior, y estas enfrentan numerosas restricciones a causa de las medidas de Estados Unidos contra la isla, pues sigue vigente el embargo desde los años sesenta. El gobierno de Trump detuvo la flexibilización de la relación EEUU-Cuba que inició la administración Obama y Joe Biden no ha tomado mayores medidas hasta ahora.
El colapso de la economía venezolana y de la producción petrolera de Pdvsa es otro factor que impacta el declive de la economía cubana y de la calidad de vida en la isla.
En la caliente Cuba, los continuos apagones dificultan todo, como en Venezuela, y porque pese a todos sus esfuerzos Maduro está mandando menos petróleo a Cuba, que allá se utiliza para revender (y obtener divisas) o alimentar las plantas termoeléctricas para alumbrar al país. Durante el cenit de la cooperación entre el chavismo y el castrismo, Venezuela enviaba alrededor de cien mil barriles de petróleo a Cuba cada día.
Hay otro factor clave: la lentitud y torpeza con que han avanzado las reformas económicas que el régimen se comprometió a implementar hace varios años, impiden que Cuba sea un país más productivo y menos vulnerable a shocks externos como la interrupción del turismo o la disminución del combustible venezolano.
Razón secundaria: la pandemia
El segundo detonante es la pandemia. Justo el domingo 11 de julio se anunció un número récord en muertes diarias por covid, 47, y casi 7.000 nuevos casos. Lo que cuentan los medios independientes cubanos es que la pandemia está fuera de control. En esta isla de once millones de personas, recién acaba de comenzar la vacunación contra el covid. La combinación de parálisis económica y enfermedad dieron motivos para el estallido. Internet, y el contexto previo, lo facilitaron.
El factor Internet
Cuba llegó muy tarde a la internet y de una manera en que el Estado puede ejercer mucho control. Sin embargo, como en Irán y en la Primavera Árabe —y como en Venezuela— las redes sociales sirvieron este 11 de julio para activar la protesta. Poco después el Estado empezó a cortar la conectividad y para el día siguiente es muy poca la señal en la isla, lo cual disminuye la capacidad de los ciudadanos para comunicarse y de los periodistas para contar lo que está pasando allá.
A diferencia del pasado, ahora hay varios medios cubanos independientes, que sobre todo se leen afuera con facilidad, ya que el régimen los bloquea o persigue a sus periodistas. El más conocido es 14ymedio, de Yoani Sánchez, pero hay varios más, como elTOQUE, Periodismo de Barrio y El Estornudo. Estos no son medios del exilio ni tienen vínculos políticos, y ayudan a visibilizar lo que la propaganda de la dictadura oculta o desmiente.
Los antecedentes
Además de la existencia de los medios independientes, otros aspectos ayudan a entender cómo tuvo lugar una protesta que era impensable hasta pocos años antes. Ya incluso en los últimos años de vida de Fidel Castro, cuando la visita del Papa flexibilizó la relación con la Iglesia, se veían algunos leves signos de apertura en Cuba. En los últimos dos años, sin embargo, los cubanos han podido ver cómo el grupo de artistas organizado en el Movimiento San Isidro ha presionado para que el régimen se atreva a abrir un diálogo con otros sectores y a reducir la presión sobre la sociedad, mientras que una canción de rap, “Patria y vida”, superó las barreras de la censura para convertirse en el himno del descontento generalizado del presente.
Estas cosas han producido momentos de protesta en la calle o en los estadios de béisbol que fueron preparando para los cubanos el camino a lo que ocurrió el 11 de julio, al mostrarles que había que protestar y que había gente atreviéndose a hacerlo, aunque pagando un costo en maltrato o prisión.
La respuesta del régimen
El presidente Miguel Díaz Canel describió las protestas como una conspiración alentada por Estados Unidos y llamó a los verdaderos revolucionarios a salir a la calle a contrarrestarlas. A partir de ahí se incrementó la represión de parte de grupos de choque armados con palos, policías, y agentes de seguridad civiles o militares actuando sin uniforme. Hay informes de disparos y muchos reportes de desaparecidos que no se sabe si están detenidos o no. El país fue militarizado y es difícil que pueda prosperar una nueva protesta en el corto plazo, con la fuerza pública desplegada y en alerta, practicando detenciones en masa. Algunos actores internacionales, como el presidente de EEUU, el secretario general de la OEA y los líderes de organizaciones de derechos humanos han condenado la represión.
Qué es y qué no es esta protesta
En Cuba no existe una oposición o una alternativa política capaz de organizar este descontento hasta que se quiebre el régimen y empiece una transición hacia la democracia. Cuba no tiene ninguna experiencia histórica de una democracia moderna y el control político y social de la dictadura es incluso mayor, y más eficaz, que en la Venezuela de Maduro. También es un país más fácil de reprimir que Venezuela si se sale de control, con la sociedad penetrada por las estructuras de espionaje ciudadano que, sin ser tan poderosas como en el pasado, siguen siendo una fuerza considerable.
En lo que concierne a Venezuela, esto pone al régimen cubano más nervioso sobre su clima interno y más necesitado de combustible venezolano, y contribuirá a reforzar la colaboración mutua que se prestan entre sí, en todos los terrenos, los regímenes de Cuba y Venezuela, pero también de Rusia, Bielorrusia e Irán, entre otros.
No parece haber razones para pensar que el régimen cubano corre peligro ni que esto sea una suerte de “primavera cubana”. Pero sí es un evento importante porque estas explosiones públicas de descontento no ocurrían, porque las causas del descontento son amplias, profundas y llevan acumulándose mucho tiempo, y porque Cuba, donde casi nada cambia, ha cambiado inevitablemente en términos demográficos. La gente más joven no tiene ninguna revolución que defender y, en algunos casos, un teléfono inteligente en la mano. ¿Bastará la represión para ahogar por completo la urgente necesidad de apertura económica y social, y el hambre por una vida más digna? Habrá que verlo.