En un país que se enorgullece tanto de sus playas, las fotos y los videos de los manglares y las playas del parque nacional Morrocoy cubiertos de lo que parece petróleo desatan cierto lamento colectivo, que tiende a desembocar en el cliché de “y no pasa nada”. En efecto, los venezolanos parecen estar mucho más preocupados por la falta de gasolina, gas para cocinar, agua, electricidad e Internet.
Pero el problema mayor no es el impacto en la sociedad que estos derrames de petróleo en los últimos días están causando, sino el daño ambiental.
¿Qué está pasando?
El problema nace en una empresa del Estado venezolano, pero los ciudadanos estamos recibiendo de ella tanta información como si esto hubiera ocurrido en Mongolia o la isla La Reunión, y no en playas que muchos de nosotros conocemos y queremos.
El derrame que afecta a Morrocoy se originó en la refinería de Pdvsa en El Palito, al oeste de Puerto Cabello, según el investigador Eduardo Klein, de la USB. Mediante imágenes satelitales, Klein calcula que el derrame ocurrió entre el 19 y el 22 de julio, y que se vertieron al mar unos 20.000 barriles, que se extendieron a lo largo de 55 kilómetros, cubriendo unos 68 kilómetros cuadrados. Klein explicó a BBC Mundo que se sabe que el derrame se extendió al oeste, hacia el Golfo Triste (las corrientes a lo largo de la costa norte de Venezuela tienden a ir, como los vientos alisios, de este a oeste) pero no qué fue lo que causó el accidente.
¿Cuál es la respuesta de Pdvsa?
Para el 25 de agosto, Pdvsa solo ha reconocido el derrame por medio de publicaciones en Instagram, pero sin reportes oficiales sobre las causas, magnitud o si hubo planes de contingencia. Por eso, ha sido difícil para los expertos determinar cómo pasó, las consecuencias o las medidas apropiadas de mitigar el daño.
Varias organizaciones han denunciado el silencio de la petrolera estatal, entre ellas la Asamblea Nacional y la Sociedad Venezuela de Ecología (SVE), un grupo de científicos y académicos del área ambiental. La diputada María Gabriela Hernández, presidente de la Comisión de Ambiente de la AN, también denunció que el presidente de Inparques amenazó a sus empleados para que no revelen información. Esta misma comisión advirtió sobre el peligro de que colapse un tanquero cerca del Golfo de Paria, entre Sucre y Trinidad, cuya carga es de 3,1 millones de barriles de petróleo.
La Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, y la Academia de Ingeniería y Hábitat dijeron en un comunicado, el 20 de agosto, que Pdvsa solo empezó a prestar atención al drama 22 días después, y que los procedimientos de la petrolera mostraron la precariedad de sus equipos, la falta de preparación del personal para estas emergencias, el nivel de destrucción institucional de un país petrolero que no puede evitar un derrame ni atenderlo cuando ocurre.
Durante un foro celebrado el 18 de agosto, Vilisa Morón Zambrano, presidente de la SVE, y Alejandro Álvarez Iragorry, coordinador de la ONG Clima21, insistieron en que Pdvsa estaba obligada a reportar las causas, la magnitud y las características del derrame, así como los planes de contingencia. Los modelos de Eduardo Klein muestran que el derrame permaneció cercano a la refinería por una semana. Fue en la primera semana de agosto que la Fundación Azul de Ambientalistas lo denunció. “¿Qué pasó durante esos días? Nadie sabe”, dijo Álvarez Iragorry durante el foro. “Pdvsa debió usar barras de contención, que son como flotadores de tela que absorben el petróleo para que no siga avanzando, antes de que se recoja con bombas”. Morón Zambrano, la presidenta de la SVE, dijo que el 17 de agosto la sustancia ya no se veía en la superficie del agua, lo que puede significar que se decantó hacia el fondo del mar, ya que no hay indicios de que haya sido recogida.
¿Cuánto daño hace el derrame?
Como no sabemos qué tipo de hidrocarburo se derramó desde El Palito, no conocemos su toxicidad y por tanto no podemos estimar su impacto ambiental. Sin embargo, el informe de Clima21 dice que ya se percibió un daño en los manglares de Morrocoy hacia el 8 de agosto. Álvarez Iragorry dice que la sustancia puede adherirse a las raíces sumergidas y aéreas de los mangles, lo que asfixiaría a estos árboles, esenciales para todo el ecosistema de muchas especies animales y que protege las costas de la erosión.
La bióloga Julia Álvarez considera que este derrame tendrá impactos ambientales de corto, mediano y largo plazo, que pueden durar 50 años.
En el foro del 18 de agosto, Morón Zambrano explicó que el derrame puede afectar la economía de las comunidades de la costa oeste de Carabobo, el tramo de costa de Yaracuy (en Boca de Aroa) y la costa este de Falcón: ese nivel de contaminación impide pescar, en un país con tan severa inseguridad alimentaria, y afectará el turismo cuando se pueda volver a ir a playa. La Fundación Caribe Sur también habló sobre el daño a los seres vivos, incluyendo los seres humanos.
Es posible que el derrame provenga de fosas de residuos en los que se han vertido distintas sustancias, y que se han rebasado por falta de disposición adecuada. Como están cerca de la costa, un aguacero basta para trasladar material de esas fosas hacia el mar. Esta hipótesis del residuo lleva a Álvarez Iragorry a pensar que esto no es crudo, porque de hecho el material luce denso y tornasolado, a diferencia del que se aprecia en las imágenes del derrame en las islas Mauricio. El petróleo crudo es menos dañino a la hora de un derrame que los materiales que vengan de una refinería, más tóxicos y más densos.
¿Qué se está haciendo?
Algunos voluntarios y varias ONG intentan limpiar algunas playas. Ha habido presencia de Inparques y el Ministerio de Ecosocialismo ha publicado en redes sociales que instalaron barras de contención en Morrocoy. Álvarez Iragorry entiende que el Ministerio y los voluntarios han recogido arena contaminada, pero sin reportes científicos que digan cuánto se ha hecho.
Morón Zambrano dijo a Radio Caracas Radio, el 26 de agosto, que la SVE no ha conseguido permisos para hacer un diagnóstico de afectación al parque. Mientras tanto, la organización ha recurrido a las redes sociales para difundir y pedir información al público.
¿Qué esperar a continuación?
No tenemos indicios de que Pdvsa esté aprendiendo de esta situación ni de que esté haciendo lo que una petrolera debería hacer: ver cómo evita más eventos que le hacen perder dinero tanto por el material esparcido como por el costo de reparar el daño.
Esto está pasando porque la misma fragilidad financiera y sobre todo organizacional que llevó a Pdvsa a dejar de producir, le impide ahora tener procedimientos y gente para manejar los impactos ambientales de la actividad extractiva. Son muchas las normas que las petroleras deben seguir hoy para impedir estos eventos, y los recursos necesarios para hacer mantenimiento a ductos, plantas y demás instalaciones. Nada de eso es factible en la Pdvsa que tenemos hoy, una sombra de lo que fue en los noventa, e incluso de lo que fue durante la bonanza petrolera chavista (periodo en el que no hay razones para pensar que hubo otra prioridad que producir todos los petrodólares posibles, a cargo de un gobierno que nunca tuvo al ambiente entre sus prioridades). Los mismos trabajadores petroleros han denunciado la falta de mantenimiento.
El Palito ha tenido ya múltiples accidentes, al igual que el complejo de Amuay y muchas otras instalaciones petroleras y petroquímicas del país. Antes de la era chavista también pasaron, por supuesto: estos accidentes están asociados a toda minería. En 1997, un tanquero griego derramó 25.000 barriles en el canal de navegación del Lago de Maracaibo, y los innumerables ataques de la guerrilla ELN al oleoducto Caño Limón-Coveñas en Colombia han causado daños a la cuenca del Lago.
Pero este peligro empeoró dramáticamente en los últimos años. Provea cuenta que entre 2010 y 2016, Pdvsa fue responsable de 46.820 derrames de crudo y otras sustancias contaminantes, de un total de 856.722,85 barriles. Según la ONG de derechos humanos, 30.674 de esos derrames afectaron cuerpos de agua, y por consiguiente el ambiente y la economía local.
AEPA Falcón ha documentado 237 derrames en los últimos 12 años, tan solo de las refinerías Cardón y Amuay.
La respuesta (o la falta de) al incendio en Amuay, así como a los derrames en el río Guarapiche en Monagas (de unos 100.000 barriles el primero de ellos), y en el golfo de Paria (que afectó incluso Los Roques) son algunos de los anuncios de lo que hoy vemos en Morrocoy. En todos estos casos vimos falta de transparencia y de atención a la emergencia. Todo indica que mientras Pdvsa no sea rescatada como industria, seguirá siendo, cada vez más, un problema ambiental en lugar de una solución económica, el origen de catástrofes en lugar de una fuente de prosperidad para todo el país.
Salvando las distancias, estos derrames son nuestro Chernobyl. La pregunta es, si Pdvsa no hace su trabajo, ¿qué pueden hacer los ciudadanos?