La pregunta sale al aire y la respuesta es no. Todos dicen que no.
Somos unas doce personas compartiendo mesa en un popular restaurante de Maracaibo y ninguno está interesado en votar en las elecciones del 21 de noviembre, en las que se elegirán gobernadores, alcaldes y concejales. El tema apenas da para unas risas cuando alguien recuerda los insólitos y mediocres jingles de algunos de los candidatos, inspirados en canciones de artistas como Queen o Farruko.
Primero Pepas de Farruko. Ahora el candidato de Fuerza Vecinal por Maracaibo, Juan Carlos Fernández, hace un jingle inspirado en Queen.
Las encuestas y la gente en la calle lo dicen.#SoloJuanCarlosVenceAlRojo.
Vamos al 21N.#JuanCarlosFernandez#SoloJCFvenceAlRojo #Zulia#Maracaibo #municipales2021 #elecciones2021 #Venezuela pic.twitter.com/zEJD7xsRMU
— Juan Carlos Fernández Montoya (@jcfernandezm) September 24, 2021
Uno de los presentes se anima a buscar los videos en su cuenta de Twitter para mostrarlos: algunos ríen, otros no pueden creerlo, están los que muestran desinterés y los que sienten pena ajena.
Y no es para menos: hasta el Chigüire Bipolar, el portal de humor político más importante de Venezuela, se mofa del jingle de Manuel Rosales, candidato a la gobernación del Zulia por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), inspirado en “In Da Guetto” de J Balvin.
Tras ver los vídeos, se cambia el tema y nadie vuelve a tocarlo. Para ese momento faltan poco más de dos semanas para los comicios y simplemente no hay interés en debatir sobre el futuro gobernador del Zulia o alcalde de la capital, Maracaibo.
La escena es quizás una buena muestra de cómo el Gobierno nacional ha desgastado durante años el espíritu electoral de miles de venezolanos, con sus múltiples arbitrariedades que han sido denunciadas por organismos internacionales: inhabilitar o forzar al exilio a sus adversarios, atacar o detener candidatos opositores electos para algún cargo público y, por supuesto, anunciar resultados electorales poco o nada confiables.
El detalle es que ahora ese desgaste también se alimenta con las acciones de una oposición que luce por lo menos perdida, incapaz de hacerle frente al monstruo chavista.
“Dejé de creer en la democracia en nuestro contexto hace rato. Elecciones no significan democracia y las condiciones no están dadas”, dice Adolfhu Pestana, locutor y productor radial. “Todas las opciones para votar son más de lo mismo: una cuerda de populistas que quieren comprar al pueblo con regalos, y no con producción y productividad. Y quizás es lo que la mayoría de la gente quiere, porque por algo llevamos tanto tiempo sumidos en este sistema de gobierno”.
En esa misma línea, Heberto Alvarado, director de Hormiga TV y Mandoka Estudio, argumenta que las condiciones para el voto en un sistema democrático están fundamentadas en el respeto a la autonomía de poderes, el libre pensamiento y la ausencia de ventajismo, lo cual “no existe en el país”. “No hay espacio para un pensamiento político distinto al socialismo. Por otra parte, no tengo confianza ni en los candidatos ni en el sistema”, agrega Alvarado.
Pero aún hay gente que cree en la vía electoral.
Carol Camacho, profesora universitaria e investigadora, sostiene que votar es su “deber como ciudadana” y que el único proceso en el que cree para lograr un cambio político son las elecciones.
“Yo no creo en golpes de Estado, no creo en protestas violentas, no creo en asesinatos masivos”, expresa. “Entonces la única forma de poder dar mi opción de a quién quiero en el poder político es a través del voto, a través del sufragio, que es una conquista política y civil que le costó mucho a nuestros abuelos. Entonces por eso yo valido, siempre a través del voto, mi opinión”.
Sobre las condiciones electorales, Camacho asegura que hay elementos necesarios para creer que vale la pena salir a votar. “Habrá observadores internacionales que van a estar acompañando el proceso, una alianza de partidos que fortalece un poco a los partidos que inhabilitaron y las condiciones sociales que implican que la gente quiere un cambio”.
Divididos por Maracaibo
Mientras en varias regiones del país los candidatos del partido opositor Fuerza Vecinal declinaron su candidatura para apoyar al candidato de la Mesa de la Unidad Democrática de la entidad, en Maracaibo no ocurrió.
Este jueves 11 de noviembre, último día en que se podía declinar la opción de participar, tanto Rafael Ramírez, de la MUD, como Juan Carlos Fernández, de Fuerza Vecinal, se promocionaron activamente en sus redes sociales. Parecía un intento desesperado por medir fuerzas y conseguir el apoyo del otro a última hora. Pero ninguno cedió.
Fernández, quien ya fue candidato a la Alcaldía de Maracaibo en 2017, hizo una declaración pública en la tarde del día siguiente en un canal de televisión local, donde afirmó que se mantenía como candidato de Fuerza Vecinal. «Debo expresar que no vamos a abandonar la lucha por ustedes, Maracaibo. No los vamos a abandonar en este momento tan crucial. Que entre el camino fácil de aceptar propuestas, convenios y acuerdos a espaldas de ustedes, mi gente de Maracaibo, preferimos irnos por el camino de la lucha, de la entrega, de la batalla. De luchar por y para todos quienes hoy quieren una salida para la crisis mediante el voto”.
En su alocución, no olvidó mencionar que apoya a Rosales como candidato a la Gobernación por tener “coherencia con nuestras ideas”. Pero Rosales está lejos de hacer una declaración siquiera de simpatía hacia Fernández, pues durante las últimas semanas ha hecho una campaña intensa en la capital junto a Ramírez, un diputado de la Asamblea Nacional de 2015 por el partido Primero Justicia.
A ellos se les sumó Henrique Capriles, quien los acompañó a visitar algunas comunidades y tuvo un encuentro con medios de comunicación, donde dio su apoyo a Ramírez y envió un mensaje a Fernández: “Con Juan Carlos absolutamente dispuesto, con muchísimo gusto, a tomarnos un café y conversar en estas horas. Estoy a la orden para que se gane en la ciudad de Maracaibo y mi opinión, con mucho respeto, es que esa victoria la garantiza Rafael Ramírez”.
El ganador de toda esta disputa, que por momentos resulta hasta confusa, no es otro que Willy Casanova, el actual alcalde chavista de Maracaibo, que busca la reelección. Incluso no faltan los rumores de que tanto él como el gobernador impuesto por Maduro, Omar Prieto, están impulsando la candidatura de Fernández en las sombras para dividir a la oposición y asegurar la victoria chavista.
Casanova ganó en 2017 con un 50,38 por ciento de los votos, en unas elecciones que registraron un alto nivel de abstención. Desde entonces ha remodelado algunas plazas y alumbrado algunas calles, para colaborar en una especie de nueva normalidad de Maracaibo, que es básicamente crisis de servicios públicos y pobreza, pero con decenas de puestos de comida y lugares de entretenimiento repartidos en las zonas pudientes de la ciudad, a los que pueden acceder solo un grupo pequeño que por lo general gana salarios en dólares.
Desde que llegó al poder, se nota la intención de Casanova de que no lo relacionen directamente con el chavismo hasta en los colores que utiliza para su identidad política y con los que acompaña los murales o plazas que ha venido remodelando.
Luis Rendueles, politólogo y consultor digital, dice que su colorida marca política “Maracaibo Renace” evade el rojo “porque se asocia directamente al chavismo y genera rechazo. Es una forma de marcar la diferencia frente a sus predecesores e intentar mostrar la diversidad de la ciudad con los colores del arcoíris. Me parece un acierto”, comenta.
Sobre la campaña de Casanova en busca de la reelección, Rendueles piensa que “un político que aspira a la reelección tiene que mostrar con hechos y con resultados su gestión, su capacidad de generar cambios y de mostrar que es un gobierno que sí hace. Eso es lo que está intentando lograr Willy Casanova con su campaña. Veremos el 21 de noviembre si esta estrategia le funcionó o no”.
Por otro lado, explica Rendueles, los candidatos de oposición se encuentran enfrascados en contrastar esta campaña oficial mostrando la realidad, que la ciudad está abandonada y descuidada, que los servicios públicos no funcionan y que la calidad de vida de los marabinos no mejora. “Es una estrategia que moviliza a través del rechazo y del descontento, es una campaña de resistencia y contraste”.
Rosales contra Prieto: otra vez
En 2015, cuando la oposición ganó la mayoría de diputados de la Asamblea Nacional, de lo único que se hablaba en las calles de Maracaibo, como en muchas otras regiones del país, era de esas elecciones.
Era normal que si ibas a comprar pan, el que te lo vendía te preguntara si ibas a votar y si la respuesta era no, o dudosa, te intentara convencer. También tu tía, el profesor de la universidad o tu mejor amigo te hablaban de las elecciones; incluso te juzgaban si tu respuesta no era un sí contundente. Parecía que todos estaban enfocados en ese tema.
Ahora ni siquiera la participación de Manuel Rosales, un histórico opositor zuliano de 68 años, ha logrado animar a los ciudadanos para un ambiente electoral.
Dos veces alcalde de Maracaibo, dos veces gobernador del Zulia, Rosales es recordado en el resto de Venezuela por su candidatura presidencial de 2006 contra Hugo Chávez, y por huir del país en 2009 cuando el líder de la autodenominada revolución bolivariana pidiera su captura, acusándolo de corrupción.
En 2015, Rosales regresó y fue detenido inmediatamente. Más de un año después fue liberado, junto a otras seis personas, sin mayores explicaciones por parte de las autoridades. Luego, en diciembre de 2017, Rosales perdió las elecciones de este Estado frente a Omar Prieto, luego de que los comicios se repitieran porque Juan Pablo Guanipa, quien había ganado la Gobernación en octubre de ese año, se negó a juramentarse ante la arbitraria Asamblea Nacional Constituyente, por lo cual fue anulada su victoria.
Ahora se enfrentará de nuevo a Prieto, sobre quien hay consenso en que tiene baja popularidad, tanto entre el común de los votantes como dentro del propio PSUV. De hecho, en mayo de 2021 algunos periodistas reportaron que éste habría perdido una encuesta de aceptación frente al exgobernador Francisco Arias Cárdenas, quien tenía intenciones de volver al Palacio de los Cóndores. El resultado fue un 43,4 por ciento de apoyo a Arias Cárdenas frente apenas un 16,3 por ciento de Prieto.
Sin embargo, a Arias Cárdenas se le prohibió participar en las primarias del PSUV del 8 de agosto, en las que Prieto resultó ganador frente a Luis Caldera. “Yo acato la decisión”, dijo el exmilitar en ese momento, aunque agregó que hubo “amenazas y presiones” para que no participara en estos comicios internos.
Prieto, quien antes de ganar las elecciones a gobernador fue alcalde del Municipio San Francisco, se ha caracterizado por usar un lenguaje violento hacia sus adversarios políticos, pero también por sus políticas para presuntamente acabar con la delincuencia, que han denunciado organizaciones de derechos humanos.
En 2018 su entonces secretario de Gobierno, Lisandro Cabello, afirmó que no les respetaría los derechos humanos a los “delincuentes”, lo cual contaba con el visto bueno del gobernador. «Algunos exigen respeto por los derechos humanos, y eso es bueno, los derechos humanos son importantes, pero ¿qué pasa con los derechos humanos de las víctimas?”, expresó Cabello, en una rueda de prensa donde habló sobre el caso de unos hombres que fueron asesinados por la policía regional luego de que se grabaran a sí mismos matando a tiros a una mujer frente a su hija. «Así terminan y así terminarán”.
Algunos analistas consideran que lo único que le da una real oportunidad a Rosales frente a él, sería el voto castigo de miles de zulianos, que han tenido que vivir durante estos cuatro años de mandato con problemas de servicios públicos como agua, luz y gas doméstico, lo cual él había prometido resolver.
“Estas elecciones las van a decidir las maquinarias electorales. Hay una confianza en que el voto espontáneo saldrá masivamente, pero indiscutiblemente el poder de las maquinarias decidirá quién será el ganador o el perdedor este 21 de noviembre”, dijo Jesús Castillo Molleda, politólogo y profesor universitario.
Esas maquinarias electorales a las que se refiere Castillo Molleda, básicamente la movilización de votantes que puedan conseguir los partidos políticos, favorece mucho más al chavismo en zonas rurales como la Guajira, donde la miseria es mucho peor que en otros municipios zulianos. “El PSUV ha ganado siempre en la Guajira. ¿Por qué? Porque usan el estómago de la gente. Siempre que hay elecciones llegan las bolsas de comida”, expresa Carmen Bustamante, residente de Paraguaipoa. “En la concentración de Omar Prieto, que hizo antes del inicio de campaña, había mucha gente, que salió porque les ofrecieron comida”.
“Pero este 21 de noviembre podría haber una sorpresa —advierte—, la situación del municipio es insoportable en cuanto a los servicios básicos y mucha gente habla de que quiere un cambio”.
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