El 93 por ciento de los maestros públicos en Venezuela no inició las clases, o sea que al menos un 7 por ciento lo hizo pese a sueldos de menos de cinco dólares, fallas de los servicios básicos, ausencia de herramientas tecnológicas también básicas y todo cuanto empeora por una pésima gestión de la pandemia por covid-19 en plena crisis humanitaria compleja. Fe y Alegría es parte de esa minoría.
El sacerdote jesuita José Gregorio Terán, subdirector nacional del movimiento educativo, cuenta cómo sigue siendo posible el milagro de la educación para los pobres.
Venezuela no cumple con las condiciones ni para la educación presencial ni para la educación a distancia. Sin embargo, Fe y Alegría inició las clases, ¿cómo fue posible?
La preocupación es el elemento fundamental para todo el que está en educación: la preocupación por los muchachos, por la formación. Fe y Alegría educa, esa es su misión, su preocupación. Se fue planificando desde julio. A nosotros nos agarró la pandemia de un día para otro y eso nos hizo reorganizar los equipos y los modos de trabajar, pero esa sorpresa ya no estaba presente en septiembre. A partir de julio, simultáneamente, se comenzó a cerrar el año escolar y a planificar este año: organizar los equipos, volver a preparar las guías de aprendizaje con mayores facilidades para el docente y todo el material necesario para el primer lapso, relanzar el programa de la Escuela en la radio como complemento, crear grupos en las distintas zonas para acompañar la motivación de los maestros y de los estudiantes, se han conseguido los teléfonos de la campaña Maestros al teléfono… Esto no significa que el resultado sea totalmente exitoso. Las dificultades son tan grandes que, por ejemplo, conseguimos los teléfonos y después no teníamos cómo enviarlos… No nos hemos vencido. Nosotros trabajamos con familias de bajos recursos. Asumimos una responsabilidad en la educación de sus hijos y valoramos el acto educativo.
Sigue el paro de los docentes públicos, ya que el Ministerio de Educación no cumple con sus exigencias ―pago de la deuda desde 2018, restitución del HCM y servicios funerarios, dotación de los Ipasme, discusión del contrato colectivo y piso salarial de 600 dólares―. Los sueldos y beneficios de ley de los maestros de Fe y Alegría también dependen del Ministerio, ¿por qué no se han sumado al paro?
Esta pregunta no es fácil. Nosotros planteamos la defensa de dos derechos: el derecho a la educación y el derecho de los maestros a unas condiciones de trabajo dignas, y están muy vinculados. Los derechos de uno no pueden afectar a los del otro. La lucha tiene que ser por los derechos de todos, pero no le podemos pedir al docente que se sacrifique. Al ser una educación pública, las condiciones de los docentes dependen y son responsabilidad del Estado, pero como insistimos por esos dos derechos, hacemos las comunicaciones, los tuitazos, la búsqueda de ayuda, donantes, patrocinantes a través de proyectos. Insistimos en la importancia de estar allí y estudiar y luchar, y luchar y estudiar, y mostrar que esto es posible. Queremos formar personas productivas, que respondan por sí mismas, que aporten y una escuela parada, un paro, no moviliza esto. El problema de la educación no es solamente el sueldo de los maestros, ahora es el gran síntoma. Por supuesto que es bueno el llamado de los docentes, pero tiene que ir más allá. Debe ser por una educación pública en el país, para que se caiga en cuenta de que el futuro, la viabilidad, depende de una educación de calidad. No creo que una educación en paro vaya a conquistar aliados. Una escuela cerrada da rabia, tristeza, pero no convoca.
La protesta de los maestros es más que justa, necesaria, pero no parece ser la salvación cuando se postergan la enseñanza y el aprendizaje. Entonces, ¿cómo apoyar la lucha de los maestros sin que los más perjudicados sean los estudiantes y el desarrollo del país?
Ahorita, más que nunca, es necesario convocar: hacerle ver al empresariado, a las instituciones, que no van a tener personal capacitado. Al Estado, que no va a tener personal formado para realizar las políticas públicas, para gobernar. A todos los sectores, los gremios, a las familias, que los estudiantes no van a poder echar pa´lante.
En este momento, Fe y Alegría está ejecutando las jornadas de orientación pedagógica durante las semanas de flexibilización. ¿Qué lecciones van quedando que puedan ser consideradas por otras escuelas públicas y privadas?
Apenas hay tiempo para recoger aprendizajes. Es muy pronto. Lo presencial es fundamental para el acto educativo en primaria y preescolar, y lo virtual, de ahora en adelante, también es un elemento importante, pero complementario. Han sido experiencias muy bonitas para recuperar el valor del encuentro y del apoyo a las familias para darles herramientas y acompañamiento, para reconocerse y escucharse.
En el mensaje sobre el Pacto educativo global del 15 de octubre, el papa Francisco habló de la educación como un acto de esperanza. En Venezuela, antes que vislumbrar la esperanza en el futuro, urge tenerla ya para seguir creyéndola como posibilidad, ¿cómo hacerla visible entre tanto desánimo?
En Fe y Alegría no está siendo fácil porque todas las condiciones también las padecemos, pero nos empeñamos en que no podemos caer en la resignación, en que es posible ir sembrando sin obviar las dificultades injustas e insoportables, en que no nos cansemos o, por lo menos, en que no nos rindamos. La gran riqueza de Fe y Alegría es su personal. Todo esto ya es un primer paso para alimentar la esperanza. Luego, el hecho de que mantengamos las escuelas abiertas aún en estas condiciones. No es echonería, heroísmo, masoquismo o triunfalismo, sino que nos duele la educación. En medio de todas estas dificultades decimos “sí, estamos”, porque la educación es un instrumento necesario para la vida. Si logramos mostrar que hay experiencias que funcionan y que no nos rendimos, vamos pa´lante y vale la pena.
Nicolás Maduro habló de un posible retorno a las escuelas en enero 2021, ¿qué está haciendo Fe y Alegría para lograrlo lo más seguro posible?
Esperemos que en enero se pueda. Seguimos formando y motivando la espiritualidad del personal, produciendo guías de aprendizaje, haciendo convenios para tener condiciones de bioseguridad, como lavamanos en la entrada y el patio de los colegios y productos de limpieza. Hay que asegurar unas condiciones que no se están dando: las medidas de bioseguridad y el acceso del docente al aula. Fe y Alegría no puede poner en riesgo a su personal y a los niños. Creo que estamos respondiendo al reto.