El cambio climático no parece estar entre las preocupaciones más agobiantes de los venezolanos, que son tantas y enturbian toda visión del futuro. No es algo de lo que se vea que se hable mucho ahora, ni en el chavismo ni en la oposición ni entre los ciudadanos. Pero igual está ahí. Igual nos afecta.
El biólogo Alejandro Álvarez Iragorry, coordinador general de la ONG Clima21, tiene un punto cuando dice que el relato que hacen los medios, protagonizado por osos polares flotando en placas de hielo y manifestaciones con Greta Thunberg en países industrializados que ignoran su mensaje, “prioriza un enfoque apocalíptico” con el que de paso los venezolanos no pueden conectar.
Es como un fin del mundo que ocurre en otra parte.
“Los medios venezolanos le han dado poca cobertura a este tema”, dice Álvarez Iragorry, “frecuentemente repitiendo únicamente las noticias provenientes de las agencias de noticias internacionales o la narrativa gubernamental, aunque unos pocos suscribieron un compromiso regional de reforzar la cobertura sobre sostenibilidad en enero de 2019. Entiendo que la crisis venezolana eclipse todas las otras agendas comunicacionales, incluso aquellas más urgentes a nivel global, pero a la vez, la propia crisis de los medios en Venezuela minimiza sus capacidades para desarrollar una cobertura adecuada sobre temas menos atractivos para el público en general”.
Biólogo y doctor en Ciencias por la UCV, Álvarez Iragorry trabaja como consultor, docente y activista ambiental con una perspectiva de derechos humanos, porque el desarrollo sustentable es un asunto de la gente, no solo de la naturaleza, y es esencial para el progreso económico, la equidad, la justicia. Esta conversación se adentra en algo que trasciende la mirada de la conservación, o la preocupación que pueda haber sobre la extinción de especies animales o la contaminación: es el cambio climático, el conjunto de procesos de escala planetaria mediante los cuales el clima se ha alterado por un aumento general de la temperatura en la Tierra, a causa del efecto invernadero. Al cabo de siglo y medio de uso de combustible fósil como el carbón y el petróleo, hemos llenado la atmósfera de gases como el dióxido de carbono, que retienen el reflejo solar y calientan el mundo.
Esto nos lo explicaban en el colegio 30 años atrás, pero hay que seguir diciéndolo porque mucha gente lo ignora, y otra lo niega.
¿Cuál es tu percepción sobre el grado de conocimiento que pueda haber dentro de Venezuela sobre la naturaleza del cambio climático?
En Venezuela, desde hace mucho tiempo, no se han hecho mediciones sobre el conocimiento, preocupación o motivación a la acción climática que puedan tener los venezolanos. Para muchos el cambio climático es un fenómeno lejano, muy poco comprendido y sin conexión con su realidad inmediata. En mis interacciones recientes me he encontrado con mucha gente y muy diversa, y es muy preocupante ver que los jóvenes solo tienen un conocimiento muy elemental, a menudo inexacto y a veces tergiversado sobre el cambio climático y sus consecuencias. Este desconocimiento es aún mayor sobre las consecuencias sobre Venezuela y sobre las acciones necesarias, tanto en el plano personal como social, para adaptarse a los cambios por venir. Esa falta de información se extiende a ingenieros, especialistas en temas sociales, periodistas y políticos, entre muchos otros.
En un país como Canadá, es justamente la gente joven, la que está en educación secundaria y superior, la que está menos desinformada sobre el cambio climático, aparte de las comunidades más directamente afectadas, como los inuit en la tundra boreal. Pero en Venezuela, ¿al menos se enseña, se habla sobre esto en las universidades, los colegios y los liceos?
La crisis educativa atenta fuertemente contra toda posibilidad de generar una ciudadanía consciente y activa. Los programas educativos oficiales apenas tocan esos temas y su impacto es escaso ante la falta de formación de los docentes y la crisis que destruye las instituciones educativas. Por su parte, el gobierno nacional eliminó o minimizó en la práctica toda la institucionalidad ambiental que creaba las políticas y acciones en materia educativo ambiental, y no hace ningún esfuerzo para educar y comunicar mensajes en relación con los efectos del cambio climático, incluyendo la formación en estrategias para que comunidades y sectores económicos puedan protegerse contra estos efectos. En contraste, en algunos momentos ha promovido una narrativa del cambio climático politizada, manipulada, confusa y a veces disparatada. Algunas universidades y organizaciones de la sociedad civil hacen esfuerzos por mejorar esta situación, pero la crisis merma su impacto.
Sabemos cómo el chavismo ha estado hablando de ambiente en estas dos décadas, y cómo ha sido en la práctica más hostil al tema de lo que ya eran los gobiernos inmediatamente anteriores, pero ¿cuál es la situación de conocimiento entre quienes esperan reemplazar al chavismo como alternativa de poder político? ¿Qué se está discutiendo dentro de la oposición sobre el tema, o en el Plan País, a sabiendas de que eso no está entre las prioridades de la gente?
No hay una respuesta simple a esa pregunta. En general, los políticos de oposición a los cuales he oído hablar sobre el tema manifiestan su preocupación sobre el cambio climático y aseveran que luego que se retome la democracia Venezuela cumplirá con sus obligaciones internacionales. Pero a la vez, no parece que en los líderes haya conocimiento suficiente, ni conciencia real sobre la magnitud del problema y sus posibles efectos sobre Venezuela. Por otra parte, los profesionales técnicos en materia ambiental que han venido trabajando en la inclusión del tema en el Plan País vienen desarrollando propuestas basadas en las obligaciones internacionales y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Estas propuestas incluyen orientaciones y estrategias para el desarrollo de políticas públicas en el campo del cambio climático que permitan superar el actual marasmo gubernamental. Pero en otras de las áreas del Plan País hay propuestas en asuntos mineros, forestales y de otro tipo que si no se articulan con lo ambiental echarán por tierra la intención de lograr justicia climática.
Más allá de las percepciones, hablemos de cómo el cambio climático nos está afectando, lo reconozcamos o no. La emergencia humanitaria compleja afecta todos los aspectos de la vida cotidiana de los venezolanos, según el respectivo nivel de vulnerabilidad de cada quien. ¿Cuáles de esos aspectos, o de las dimensiones de la crisis, tienen un origen ambiental?
El cambio climático es un proceso global, progresivo, de largo plazo, que actúa sobre sistemas ambientales y socioeconómicos complejos, por lo que es muy difícil predecir sus efectos. Hay una grave crisis ambiental global que es independiente, al menos en su origen, del cambio climático, y que se superpone y potencia con éste. Es muy difícil establecer cuáles situaciones dependen de la crisis climática y cuáles de una suma de factores que incluye al cambio climático. En el caso de Venezuela, es bastante probable que situaciones como la progresiva desaparición de los glaciares andinos, el avance de la cuña salina en las zonas costeras, las sequías recurrentes y las grandes inundaciones al sur del país en los últimos años puedan estar relacionadas, al menos en parte, con el cambio climático. Pero para establecerlo con certeza se necesita un seguimiento científico de largo plazo que identifique las relaciones de causa y efecto. En cualquier caso, el principio de precaución del desarrollo sostenible obliga a los Estados a establecer medidas de control y seguridad ciudadana, aunque carezca de certezas sobre los avances de algo como el cambio climático.
¿Cuáles son los territorios donde el cambio climático está manifestándose de modo más dramático en Venezuela?
Los científicos en Venezuela han alertado sobre la disminución de la precipitación y por consiguiente la disponibilidad de agua, principalmente en la zona norte costera. Hay graves riesgos de inundaciones en zonas como la costa oriental del Lago de Maracaibo, la costa de la Vela de Coro, la planicie de inundación de Chichiriviche, la costa de Barlovento y el delta del Orinoco debido al aumento del nivel de los mares. Igualmente los científicos esperan más riesgos de desastres en montañas y la disminución del caudal de los ríos de zonas altas por la desaparición de los glaciares.
¿Qué sabemos sobre el impacto del cambio climático en los ciclos de precipitaciones y sequías, y en el impacto de eso tanto en los ecosistemas naturales como en la producción agropecuaria?
Los modelos predicen una menor cantidad de precipitaciones sobre el país y un aumento de la temperatura promedio. En los agroecosistemas, el estrés hídrico y térmico disminuirá la productividad, sobre todo en zonas ya desertificadas. En los ecosistemas naturales algunos bosques pueden convertirse en herbazales y pueden desaparecer ecosistemas acuáticos importantes. Incluso en ecosistemas marinos el cambio climático puede tener impactos como la desaparición de los arrecifes coralinos, por un aumento de la temperatura y la acidez de las aguas oceánicas.
Tal vez el único problema ambiental de que se habla en lo que tenemos por opinión pública es la deforestación, cacería y polución que dejan la minería en el sur. Pero ¿dónde más estamos contribuyendo al cambio climático, como sociedad? ¿En el manejo de los desechos sólidos, en el uso del agua?
En Venezuela la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que generan el cambio climático es la industria petrolera, y dentro de ella fundamentalmente la quema de gases que se escapan en los sitios de producción de petróleo. Otra parte proviene del muy ineficiente sector transporte y también contribuyen la deforestación y el mal manejo de los residuos domésticos. No podemos dejar por fuera que como país petrolero, si es que todavía lo somos, tenemos una obligación ética en la mitigación del cambio climático, por el consumo de combustibles fósiles que hemos exportado.
¿Tenemos algunas métricas confiables sobre impacto del cambio climático en Venezuela, emisiones de dióxido de carbono, temperaturas promedio… ?
La Convención Marco de Cambio Climático obliga a todos los países a informar regularmente sobre sus emisiones de GEI, al menos cada cuatro años, con actualizaciones cada dos años. Para el caso de los países no desarrollados, estos períodos pueden ser más flexibles ya que estas mediciones son complejas y costosas. Hasta este momento Venezuela ha publicado dos Comunicaciones Nacionales, una en 2005, basada en el inventario de emisiones de 1999, y otra en 2017 con datos de 2010. A pesar de la demora los datos de la primera Comunicación se consideran representativos de la situación nacional para ese momento por el nivel de los expertos que participaron en su elaboración, pero para la segunda el gobierno nacional excluyó de la elaboración de la Comunicación a toda persona que no fuera afín a las políticas gubernamentales, así que su confiabilidad es bastante menor. Respecto a los registros de temperaturas, junto a otros datos atmosféricos, los especialistas han denunciado la pérdida de muchas de las estaciones meteorológicas y de los datos que producían, así que es extraordinariamente difícil hacer seguimiento de los cambios meteorológicos derivados del cambio climático.
Con una economía miniaturizada y con la industria petrolera en el estado en que está, ¿el país estará emitiendo menos gases de efecto invernadero? ¿Es nuestro colapso económico una buena noticia, al menos en ese aspecto?
La idea de que en la actualidad Venezuela tenga emisiones de GEI mucho menores a las del pasado cercano está presente en científicos venezolanos, pero hasta ahora esa percepción no ha podido corroborarse. Sin embargo, en ningún caso nuestro colapso económico es una buena noticia; aun si el país está emitiendo menos GEI, ese colapso lo está haciendo muchísimo más vulnerable a los efectos negativos del cambio climático, en particular a los venezolanos más afectados por la emergencia humanitaria compleja.