El amplio rango del diseño industrial venezolano

Desde 2011, Ignacio Urbina cura la muestra NoMATERIA, que en cuatro ediciones ha ido divulgando el trabajo de 250 diseñadores y reflexionando sobre él. La selección de 2020 trae 28 productos, 14 de ellos diseñados desde Venezuela

Los 28 productos de NoMATERIA 2020

Foto: NoMATERIA

Todo empezó con una emigración. Ignacio Urbina —diseñador industrial caraqueño formado en Brasil, antiguo director de Prodiseño— llegó a Nueva York en 2011 para empezar a dar clases en el venerable Pratt Institute, donde hoy es profesor titular, pero no quería perder la conexión con el mundo al que había dedicado su vida anterior, la producción, enseñanza y difusión del diseño en Venezuela. “Llamé a mis amigos para ver qué salía”, recuerda. “Queríamos celebrar el día del diseño industrial el 29 de junio, y recibí como 80 propuestas, con las que hice una curaduría de 29 productos y organicé esa primera exposición pero casi como un post en mi blog Diconexiones. Se llamaba NoMATERIA: más divulgación, menos átomos, simplemente porque yo no estaba allá, porque todo era virtual, y remoto”.  

La idea no era mostrar los mejores; NoMATERIA no da premios. Era, y es, comprender y difundir: plantear una muestra que dibujara una escala de lo que están haciendo los diseñadores industriales venezolanos dentro de Venezuela y fuera de ella, “de lo más sencillo a lo más grande, que ya rozaba la arquitectura y el diseño urbano. Y también hablar de los procesos y materiales”. 

En 2012 hizo lo mismo: Urbina llamó a cinco diseñadores amigos en la región para que lo ayudaran a curar la muestra. “Recibimos como 70 propuestas, y ellos las revisaron y me mandaron sus selecciones. En ese jurado estábamos Humberto Valdivieso y yo por Venezuela. Ahí montamos las dos exposiciones en una exposición física en el Museo de la Estampa y el Diseñon Carlos Cruz Diez, en Caracas, en diciembre de 2012.

La muestra en el Museo de la Estampa y el Diseño Carlos Cruz Diez

Foto: NoMATERIA

Con el avance de la crisis, la producción de diseño se fue haciendo insuficiente para hacer una edición anual. Urbina esperó cinco años y montó NoMATERIA, 2012-2017: Construir el futuro, con la que se hizo otra exposición física, pero en Nueva York, en Pratt. “Ahí sí recibí como 112 propuestas y seleccioné 50. Un número redondo, la mitad afuera y la mitad adentro, con los mismos criterios que se repiten en la de 2020, en la que son 28 propuestas, que van de un tomacorriente que es también un protector de voltaje a un kiosko, lo que dibuja el rango de la escala, de las distintas complejidades. Hay desde diseño de autor hasta diseño dentro de una empresa, o de un estudio de diseño trabajando para clientes. La mitad de los diseñadores de la muestra son hombres y la mitad mujeres. Y hay productos de Mérida y de Milán, hechos desde Argentina, España, EEUU, China o desde Alemania”. 

Sin patrocinantes, promoviendo los talentos de los demás y abriéndolos al mundo, Ignacio Urbina es el mayor divulgador del diseño industrial venezolano en el presente

Foto: Ligia López

Todo se puede ver en el catálogo 2020: entre los 28 productos hay una mielera de madera pensada para promover la miel venezolana; relojes de cerámica para pensar en el tiempo; juguetes de material reciclable diseñados para ser producidos por mujeres mayores que necesitan trabajar, para niños que necesitan un abrazo en medio de la pandemia. Hay un monedero de madera, un cuatro eléctrico, lámparas que se fabrican con impresoras 3D y otras hechas de papel plegado, sillas para adultos y para niños pequeños. Todos son diseñadores activos, que viven del diseño. Dos de ellos son arquitectos. Todos son conscientes de la economía de materiales, incluso los que trabajan fuera, no en la escasez venezolana. “En eso creo que nos parecemos mucho a buena parte de los latinoamericanos, en la economía de recursos implícita en los procesos de diseño, que uno no siente en China o en Estados Unidos”. 

Las lámparas Lluvia, de Anabella Georgi, se tejen con plástico reciclado

Foto: NoMATERIA

Le pregunto a Ignacio si la ambición en esos proyectos está de alguna manera constreñida por el ser concebidos en un país con las limitaciones de Venezuela. Y no, no es así. “El cubo amarillo de Chacao es un super proyecto que podría estar en Berlín, pero también hay una mielera de un estudio de Mérida y la moto eléctrica de Torino, un producto de altísima complejidad: ambos tienen la misma capacidad que tiene por ejemplo Rodolfo Agrella aquí en NYC. Depende del contexto, claro, pero las ganas o lo que se le pone al diseño creo que son lo mismo que en cualquier otra parte”.

La moto eléctrica de César Mendoza puede llegar a 150 kph y tiene 150 km de autonomía

Foto: NoMATERIA

Solo una de las 28 propuestas de 2020, una cesta para recoger basura en la playa, habla explícitamente de la sostenibilidad. “Es un tema que no está en la narrativa específica”, dice Ignacio, quien concibe al diseño industrial como una manera de conectar a la gente con el mundo. “No se venden como soluciones verdes. Pero todos están atravesados por la sostenibilidad, lo que quiere decir que ese concepto empieza a consolidarse como un estándar, que no hace falta decir que el producto o el proceso para producirlo o disponer de él es sostenible. Hay menos usos de resinas plásticas excesivas en estos productos y su propio diseño contiene soluciones implícitas de reciclaje”.  

La mielera diseñada en Mérida para promover la miel venezolana

Foto: NoMATERIA

En el prólogo al catálogo de NoMATERIA 2020, diseñado por Claudia Mauro, el maestro del diseño Alberto Sato, curador de la exposición de diseño industrial venezolano que en 1995 hizo el Centro de Arte La Estancia de Pdvsa, escribe: “Esta selección de 28 piezas son señales de que existimos, pero traducida en optimismo, con una enorme carga de fresca alegría que, en las actuales circunstancias, difícilmente otro discurso puede transmitir. En efecto, este universo objetual es un manifiesto de esperanza que por fortuna cambió algunos paradigmas que ocupaban y preocupaban a los diseñadores: hoy, los diseñadores en Venezuela no reclaman por una gran industria que los apoye, tampoco por un gobierno que estimule el desarrollo productivo, siquiera se dejan seducir por eslogans como inventamos o erramos. Como bien dijo Nacho Urbina, no se le rinde tributo a la creatividad ni a la invención, sino a una realidad tan fáctica como los objetos que diseñan: el diseñador actual es un emprendedor, que sabe que el diseño debe terminar en una tienda y en un usuario, sin la ingenua aspiración de refundar mundos o cambiar lenguajes”.