La salud mental está saliendo del closet. Ya no se esconde en el consultorio terapéutico ni en la institución psiquiátrica. Ya no se susurra en el espacio privado. Desde hace un buen tiempo se ha convertido no solo en un asunto social, sino también político y hasta económico.
Eso sucede en el mundo, ¿y en Venezuela? Todo indica que nuestras vulnerabilidades psíquicas siguen siendo un estigma y un tabú. De nuestra locura se habla poco y se habla mal. Los asuntos del alma se abordan con estereotipos, arquetipos y cursilerías. Sobre todo, de un modo muy superficial, con generalizaciones que oscilan entre el pensamiento mágico y el voluntarismo.
Para destapar el tema, comenzamos hoy en Cinco8 una serie de conversaciones. La primera, con la doctora María Daniela Abreu, directora del Servicio de Atención Psicoanalítica a la Comunidad de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas (SPC), psicóloga por la Universidad Católica Andrés Bello con posgrado en el Hospital Universitario de Caracas y con una amplia experiencia en el consultorio, en escuelas y en servicios hospitalarios.
Hasta hace poco, ir al psicólogo era una excentricidad reservada a sectores al menos medianamente ilustrados. Hoy la sociedad parece demandar otra cosa, y con su servicio comunitario la SPC intenta responder a esa demanda en nuestro país. La doctora Abreu nos habla aquí de por qué y de cómo, y nos indica dónde pedir ayuda si tenemos poco dinero pero queremos o necesitamos curarnos o cultivarnos por dentro (por así decirlo).
¿Hablamos los venezolanos de nuestro estado mental, lo consideramos y lo cuidamos?
Pienso que aun en Venezuela la salud mental es un tabú y que si se aborda, se lo hace desde una posición muy simple o reduccionista. Así vamos desde la imposición de etiquetas que están de moda y se otorgan como un check list (autismo, déficit de atención) a la reducción del sufrimiento humano a un asunto de voluntad, “ganas”, buena actitud y atracción de buenas energías. Pareciera que solo esos dos extremos son posibles. Lo que ambos tienen en común es el ataque al pensamiento y a lo verdadero de cada persona. La pregunta por lo que está más allá no se sostiene, aburre, parece que no queda tiempo para entrar en eso.
Comprender, explicar y contactar con la vulnerabilidad y la incertidumbre de nuestro sufrimiento es cosa mal vista todavía y de “gente débil”.
Se quieren soluciones mágicas y rápidas, se abandonan los tratamientos que no las ofrecen y queda la persona a merced de estas ofertas engañosas de personas que se hacen llamar “especialistas” sin tener la preparación mínima en salud mental. Los psicoanalistas en cambio nos ocupamos de algo que no todos quieren atender. Nuestra especialidad son las emociones mal llamadas “negativas”: la tristeza, el miedo, la rabia, la ansiedad y la envidia. Queremos saber sobre la fantasía inconsciente, la sexualidad y las experiencias infantiles, nos importa conocer de cerca la percepción que cada uno tiene de sí mismo y de su mundo, y lo invitamos a cuestionarse. No es un tratamiento de certezas, es un tratamiento de preguntas que nos hagan cada vez más libres, aunque serlo tenga algunos costos. Esa es una oferta aún difícil de aceptar, al menos en Venezuela.
¿Cómo se relaciona el estado mental de una sociedad con su incapacidad para lidiar con los conflictos?
Para solucionar problemas es necesario un tiempo de reflexión y análisis de la situación de forma global donde mis intereses y los del otro son tomados en cuenta, y esto implica una negociación acompañada por la posibilidad de renunciar a mis propias gratificaciones en pro de un bien común.
Una sociedad con un modo de funcionamiento más primitivo tenderá a entender las situaciones de forma polarizada, donde los mecanismos más básicos (negación, idealización, descalificación, escisión) son los que funcionan y predomina la actuación, la impulsividad, sobre el pensamiento.
No se asumen responsabilidades y se ataca la diferencia. En cambio, una sociedad más evolucionada, emocionalmente hablando, podrá integrar lo bueno y lo malo de una situación y hacer un balance, será capaz de una posición más reflexiva y conciliadora. Quien reconoce la agresión que ha hecho, sentirá culpa y buscará reparar los daños en sí mismo y en el otro buscando soluciones para todas las partes. Hará renuncias narcisistas (es decir, renunciará a satisfacciones personales) sin resentimiento y buscará fuentes de gratificación en otras condiciones más consensuadas.
¿Crees que se tiende a pensar que el psicoanálisis es una práctica solo posible para determinados sectores de la sociedad, más bien educados y con cierto espacio de ocio que puedan dedicar al autoconocimiento?
Ese es el estereotipo que se maneja sobre el psicoanálisis y quizás muchos psicoanalistas han contribuido a ello con su práctica. Sin embargo, pienso que más que hablar de qué es el psicoanálisis y qué no, o como se discutía en otros tiempos, cuáles pacientes son analizables y cuáles no, lo realmente ético es pensar, como psicoanalistas, qué es lo “psicoanalítico” en cada caso. Es decir, ¿cómo puedo ayudar como psicoanalista a este paciente puntual, o a este grupo de personas, o en este colegio? ¿Qué es lo que el psicoanálisis puede aportar a la vida de estas personas? En nuestra práctica clínica podemos constatar que cada vez llegan menos pacientes neuróticos, que asocien libremente y tengan tiempo y dinero para echarse en un diván varias veces a la semana. En cambio tenemos más casos de personas con graves patologías de déficit, patologías de actuación impulsiva y carencias socioculturales que requieren de nosotros otro tipo de acciones, donde lo psicoanalítico significa otra cosa. Pacientes y comunidades completas que necesitan ayuda para pensar sobre lo que les pasa y poderlo digerir, para conocer el origen de su sufrimiento y pensar cómo puede modificarse.
El sufrimiento individual es también expresión de la cultura y alude a lo social, un terreno tan difícil y comprometido en estos tiempos.
Creo por eso que la función social del psicoanálisis trasciende el consultorio, que nuestro deber es ayudar a comprender lo que sucede en estos tiempos tan convulsos y nuestra intervención puede generar cambios internos y externos en sociedades enfermas.
¿Por qué es importante que en una sociedad la mayor cantidad posible de personas puedan reflexionar sobre sí mismas a través del psicoanálisis?
Reflexionar es el único camino posible para transitar el mundo complejo que vivimos. Lo que no se habla se actúa, lo que no se elabora se reprime y nos enferma, física y mentalmente. Reflexionar sobre lo que nos pasa y lo que sentimos es lo contrario a imponernos soluciones mágicas y reactivas que solo terminan al cabo del tiempo haciendo peor el malestar. Es tomarnos el tiempo para entendernos, es ser compasivos con nosotros mismos, es permitirnos cuestionar y cuestionarnos para encontrarnos con nuestra verdad. Es comprender que todas las emociones del ser humano son útiles y tienen una función, y poder transitar por ellas es el verdadero aprendizaje y evolución.
Hoy se vive entre la violencia, su actuación sostenida y la dictadura de la felicidad. Ambas posiciones solo nos alejan de nosotros mismos y aumentan el sentimiento de vacío y sin sentido.
La posibilidad de integrar lo bueno y lo malo en nosotros y en el otro, aceptar nuestras limitaciones sin resentimiento y frustración y buscar espacios que sin ser perfectos nos acerquen a nosotros mismos y nos den satisfacciones sustitutas es fundamental para nuestra salud mental y la de la sociedad en general.
Sé que la Sociedad Psicoanalítica de Caracas tiene un Servicio de Atención Psicoanalítica a la Comunidad con enfoque comunitario. ¿Por qué lo abrieron y cuál es su función?
El Servicio de Atención Psicoanalítica (SAP) fue creado en 1995, para cumplir una función social al brindar tratamiento psicoanalítico, de alta frecuencia y a costo reducido, para adultos, niños, adolescentes y familias. También brinda, desde entonces, un espacio de formación a los profesionales de la salud mental a través de la supervisión de casos. El servicio fue atendido en un principio por analistas y analistas en formación de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas y actualmente se han incorporado psicólogos clínicos cursantes principalmente del Diplomado de Psicoterapia Psicoanalítica de Adultos. Funcionó de forma ininterrumpida hasta el 2018 cuando se suspendió temporalmente. En 2020, por la pandemia, el Servicio se reactivó para brindar ayuda gratuita y por primera vez se la ofrece de forma online a venezolanos dentro y fuera del país. Por la crisis humanitaria sostenida, el creciente deterioro de la salud mental del venezolano y la falta de espacios adecuados y suficientes para la atención del área de la salud mental, decidimos en el 2021 agregar un nivel de intervención fuera del consultorio y rebautizamos al Servicio como Servicio de Atención Psicoanalítica a la Comunidad (los interesados pueden escribir a apsicocomunidad@gmail.com). Nuestro fin principal es ampliar y potenciar el alcance del psicoanálisis con la construcción de nuevos puentes con la comunidad que atiendan la salud mental. Queremos influir de forma más directa en el medio ambiente familiar, educativo y social donde nos desenvolvemos. Este nuevo objetivo lo venimos desarrollando con la línea de intervención psicoeducativa con la que queremos hacer el conocimiento psicoanalítico más accesible para fomentar a través de él, una preparación emocional lo suficientemente buena, que permita que cada persona en su círculo de influencia pueda reparar daños, ejercer medidas preventivas y fomentar la salud mental de sí mismo y de su entorno. Hacemos charlas sobre tópicos de interés a la comunidad y problemas de salud mental en general y ofrecemos apoyo directo a grupos de padres, colegios, fundaciones y profesionales del área (maestros, terapeutas ocupacionales, psicopedagogos) que necesiten asesoramiento, formación y grupos terapéuticos.
¿Qué han logrado hasta el momento y qué esperan lograr?
Hemos logrado ampliar el alcance de nuestra intervención y comenzamos a hacernos un espacio en la comunidad donde hasta este momento la voz del psicoanalista no era muy escuchada. El psicoanálisis normalmente es visto como algo misterioso, lejano e inaccesible y esta visión nos había distanciado mucho de la comunidad y de sus problemas, donde podemos hacer una diferencia importante. Tenemos un año completo de aportes psicoeducativos a través de conversaciones con diferentes psicoanalistas sobre temas de interés de la salud mental hechos todos a través de las redes sociales (Instagram) donde pudimos también aumentar nuestro alcance (entre 400 y 1.000 visualizaciones hemos tenido en los encuentros). Hemos hecho alianzas con colegios (Colegio Chaves), fundaciones (Fundación Carlos Delfino) y proyectos de atención a la comunidad como Asunto Precoz, que trabaja en la crianza desde un enfoque psicoanalítico. Iniciamos la formación de maestros (en colegios públicos de los Valles del Tuy) en tópicos sobre la salud mental, con el fin de brindarles herramientas preventivas y de trabajo en los espacios educativos. Hicimos nuestras primeras Jornadas sobre Depresión donde la abordamos como un problema de salud al referirnos a esta como la segunda pandemia, y logramos con esta Jornada llegar a más de 1.000 personas al trasmitir vía YouTube por el canal de la Sociedad (SPC).
Igualmente hemos sostenido la atención psicoanalítica individual y hemos ofrecido grupos terapéuticos gratuitos como el que realizamos para pacientes y familiares afectados por el covid y una población muy abandonada como la de los adultos mayores. Esperamos seguir ganando espacios y ampliar nuestro alcance a las comunidades más necesitadas. Tenemos un proyecto de integración de nuestra intervención psicoeducativa con la de otros profesionales de la salud mental y por esa vía queremos continuar influyendo.
¿Cuáles son las afecciones mentales más frecuentes por las que la gente pide apoyo psicológico hoy?
Actualmente los motivos de consulta más presentes son la depresión y la ansiedad. Hay un aumento de riesgo suicida sobre todo en la población adolescente. De la mano de esto, ha aumentado el consumo de sustancias, entendiendo las adicciones como una forma de solucionar el malestar producto de estados crónicos de insatisfacción y frustración. En los niños y adolescentes hay un incremento en consultas a causa de diagnósticos previos del espectro autista y dificultades de aprendizaje. Pero en muchos casos los síntomas, más que por lo que indican los diagnósticos mencionados, son consecuencia de los años de la pandemia, el encierro y la pérdida en estas edades de todas las experiencias vitales para el desarrollo.
¿Cómo le explicarías al público en general cuándo debe considerar que lo vea un o una psicóloga y cuándo debe considerar que lo vea un o una psiquiatra?
Si lo que estamos buscando es atención psicoterapéutica, lo más adecuado es tener la atención de un psicólogo clínico o un médico psiquiatra. El psicólogo que aún no ha realizado su formación de posgrado, que es muy necesaria, podrá manejar casos más asociados al aprendizaje, asesorías vocacionales, habilidades sociales, a padres, evaluaciones psicológicas e intervención en la escuela. Ambas especialidades, psicólogos y médicos, comparten la formación de posgrado que los convierte en psicólogos clínicos y psiquiatras. En los posgrados, psicólogos y psiquiatras reciben conocimientos psiquiátricos sobre diagnósticos y tratamientos, psicodinámica de los procesos mentales y técnicas de intervención psicoterapéutica y conocimientos psicofarmacológicos. La diferencia entre ellos es que el psicólogo hace evaluaciones psicológicas y el psiquiatra puede medicar. Dependiendo del psiquiatra, algunos, además de medicar hacen psicoterapia y cuando es así, no se diferencian significativamente de los psicólogos clínicos. Un psicólogo clínico puede vernos en psicoterapia y si necesitamos medicación referirnos a un psiquiatra para que puntualmente nos medique. Si un psiquiatra no hace psicoterapia podrá medicarnos y referirnos a un psicólogo clínico para que haga psicoterapia.
Si alguien con pocos recursos económicos tuviera y quisiera solicitar apoyo terapéutico, ¿qué opciones tienen en Venezuela hoy?
Hoy atienden de forma gratuita en el Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Caracas. El Hospital Vargas, también en Caracas, tiene un Servicio de Psicología. También ofrecen un nivel de atención Cecodap y la Federación de Psicólogos de Venezuela. Y estamos nosotros, el Servicio de Atención Psicoanalítica a la Comunidad (SAPC) de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas (SPC) que ofrecemos servicios a bajo costo.
Hay una Línea de Ayuda Psicológica para brindar primeros auxilios psicológicos a las personas en crisis. La asistencia es gratuita, anónima, confidencial y accesible desde cualquier tipo de teléfono. Números: 0212-416-3116 / 0212-416-3118. Horarios:
-Sábado, domingo, lunes y martes: 24 horas
-Viernes desde las 8 am
-Miércoles: de medianoche a 8 am
Número de La Federación de Psicólogos de Venezuela: 0212-5197914
Número de Cecodap: +584242842359