En su libro La persecución y el arte de la escritura, el filósofo político Leo Strauss plantea una importante cuestión de estilo. Dice Strauss que la persecución da nacimiento a una técnica particular de escritura y de literatura en las que la verdad sobre asuntos cruciales es presentada exclusivamente entre líneas. Esta literatura, escribe el filósofo, no se dirige a todos los lectores, sino al lector inteligente y digno de confianza.
Hoy en día, en tiempos agitados por la polarización, las teorías de conspiración, la corrección política y la corrupción, pareciera que a veces, para sobrevivir en el sentido periodístico, literario e incluso físico, algunos deben acudir al estilo de escribir entre líneas para asegurar que su verdad pueda ser comunicada a pesar de todos los pesares.
El caso que voy a relatar no tiene el dramatismo de las persecuciones a las que se refiere Strauss en su libro. Sin embargo, sí revela lo que se puede llamar el esprit de notre temps, especialmente en la Venezuela de los grandes negocios y las fortunas mal habidas en pleno chavismo socialista y revolucionario.
Los hechos son los siguientes. Escribí un artículo de opinión titulado La corrupción y la complicidad de las élites que salió publicado en Cinco8. En el artículo, a partir de reportes publicados por Armando.Info y El País, ambos medios serios que sustentan sus investigaciones en documentos y fuentes consultadas, comenté que era obvio que jóvenes de «buenas familias» venezolanas se habían enriquecido haciendo negocios con el estamento chavista.
Según Armando.Info y El País, un corredor de commodities llamado Axel Capriles Hernández ha sido socio de un tal Joaquín Leal, mexicano que formaría parte de la red de Alex Saab, quien está ahora preso en Cabo Verde esperando ser extraditado a Estados Unidos, acusado por este país de delitos de lavado de dinero y corrupción. En los reportajes de Armando.Info y El País no se dice que Capriles Hernández sea parte de la red de negocios que Leal tiene con Saab.
Por su asociación con Saab, Leal está incluido en la lista Clinton y está sancionado por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de los Estados Unidos. No es el caso de Axel Capriles Hernández, que no está ni en la lista Clinton ni en la de la OFAC.
Unos días después de la publicación, recibí un email del editor jefe de Cinco8, informándome que decidieron eliminar mi artículo, que ya no está disponible en el sitio. Se me explicó que el artículo hacía una conexión que no se sustentaba en el material que citaba y que el abogado del medio dijo que “exponía jurídicamente” a la publicación y a mí mismo como su autor. Entendí que la expresión “exponía jurídicamente” era una forma elegante de decirme que el texto abría la posibilidad de una demanda por parte de quienes se pudieran sentir aludidos.
Acepté que el texto fuera retirado y escribir estas líneas para contar a los lectores de Cinco8 lo que ocurrió. ¿Cometí un error al expresar mi opinión sobre la corrupción de ciertas élites venezolanas durante el régimen chavista? No lo creo. ¿Me adelanté al asociar a una persona en particular con los negocios de Saab, testaferro de Maduro? Puede ser.
Sin embargo, en estos tiempos de redes sociales, periodismo de investigación y decadencia del chavismo, más detalles sobre estos casos pueden surgir a la opinión pública, que no haya que leer entre líneas. Mientras tanto, seguimos atentos y vigilantes, como estarán todos los lectores inteligentes y de confianza a los que se refiere Strauss.