Rafael Salvatore hizo dos tipos de fotos fijas para el cine venezolano: las idénticas para las cámaras de Solveig Hoogesteijn, Thaelman Urgelles, Ana Cristina Henríquez, Jacobo Penzo, César Bolívar, Mauricio Walerstein, Livio Quiroz, Fina Torres, Luis Alberto Lamata, Geyka Urdaneta… Y las fotos que le dio la gana. Son éstas las que, aún hoy, permanecen en los cuentos y recuerdos de los directores, fotografiados y espectadores.
Ahora que comparte esta exhibición para Cinco8, Salvatore se anima a contar sus intereses y reflexiones en torno a su oficio desde que llegó a Venezuela en los ochenta: fotógrafo de rodajes, lo que es decir, fotógrafo de la película que no vimos, cuyos protagonistas cuentan otra historia tan fantástica y reveladora como la de la pantalla.
“Es que hay que meterse dentro de las imágenes, no de las películas, porque el cine es, en realidad, una consecuencia de la fotografía. Son veinticuatro fotos fijas que hacen creer que un tipo corre, canta y llora. El foto fija no es uno más del rodaje, sus registros sirven, porque se vuelven una referencia, pero hay que hacer el trabajo con dignidad”, cuenta Salvatore antes de contar todo lo demás.
Sus retratos
“En París, trabajaba para una revista española y hacíamos entrevistas. Allí descubrí que la fotografía agarraba algo de un momento dado y lo custodiaba, y que, con ella, yo podía contar o mostrar lo que quería que la gente viera. Aquí está Althusser, una figura importante en París y en el mundo, y no le interesaba un carajo lo que nosotros le preguntamos. Es el retrato que, para mí, mejor representa la sensación que tuve y cómo yo percibo su personalidad de tipo muy escéptico. Mis retratos buscan captar el momento y no el retrato posado, soy muy mal retratista. París me enseñó que los grandes tipos no son estatuas y si estás en su intimidad, los tratas como son”.
Su búsqueda
“Esta es del documental Cruz Quinal, el rey del bandolín, de John Dickinson. Estábamos trabajando las raíces del Oriente con la Extensión Universitaria de la UDO pero, de alguna manera, estábamos buscando las raíces de todo en los cultores y en la gente que cultivaba. Esa búsqueda sigue siendo mi búsqueda desde niño: lo que está detrás, el otro lado, el más allá de la apariencia, el por qué las cosas son como son. Yo necesito saber por qué, penetrar, ir más allá, para llegar al origen”.
La película
“No puedes hacer la foto fija de otra manera que no sea estando pegado a la cámara de la película. La cámara de la foto fija es una cámara más con el mismo lente y con el mismo ángulo para hacer la foto de la película. Así que siempre estoy atravesado, esperando al lado de la cámara, fastidiando. Es como se hace. Aunque me digan “¡Quítate!” “¡Muévete!” “¡Salte!” “¡Vete pa´llá!”, hago lo que tengo que hacer. Y esa foto que hago no es mía, es del director de fotografía. Lo único que yo hago para lograrla es preguntar si es cinco o seis y cómo es el plano, y disparo”.
Su película
“Yo veo todo, no nada más lo que se ve en la cámara. Mi foto es de cómo hacemos cine, cómo se hace para crear esa fantasía, cómo funciona algo, mostrar la habilidad y la creatividad del técnico, que es la del ser humano capaz de crear y recrear como un Dios mientras dure el rodaje”.
Su making of
“Mi foto también es de cuando yo me voy por ahí. Nunca estoy quieto, porque a mí no me interesa tanto la película. Yo hago mi trabajo, pero también me interesa dejar un testimonio de la construcción de esa obra, de esa vida que es completamente diferente durante treinta días o los días que dure el rodaje, porque somos distintos durante ese tiempo. En la dinámica de creación del cine, de alguna manera, vives y convives con otro mundo, con ochenta, cien personas, para luego volver al ritmo de tu casa, de tu entorno, de tu ciudad. Esto es una de las cosas que me apasiona del cine, aunque toque hacer en baños de carretera”.
Su imaginación
“Si tú ves una fotografía y te gusta, y te atrapa, y te emociona, y no la olvidas no es porque tiene un contenido nada más. Tiene algo por detrás que hace que te imagine cosas o una historia… Esta foto de tu tío Pat fue el castillo de La Guaira. Te la mando para un guiño literario. En la nota anterior tenías a un samurái”.
La regla
“Le habíamos dicho: ‘Nosotros te decimos cuándo arrancas’, pero no arrancamos en seguida. Entonces, preguntó: ‘¿Y ahora qué hacemos? ¿A dónde miro?’… Se ladilló… Mira bien… Él no está cómodo, porque tiene que esperar y someterse. El cine se impone, tiene el poder de conducir al más poderoso. Al igual que un actor, hasta un presidente tiene que obedecer las leyes del cine, tiene que acoplarse, porque la situación te acopla o te saca. Él se sentó y se movió en el lugar que nosotros determinamos, punto. El lugar, el ángulo, el encuadre y la iluminación los determina el cine, no un presidente”.
El oficio
“En definitiva, lo que hace un fotógrafo es observar para desarrollar la mirada sobre las cosas y reflexionar para llegar a la foto más representativa. El fotógrafo es un testigo y su testimonio da veracidad cuando, por ejemplo, cuentas que el jefe eléctrico de un rodaje iluminó una escena con velas y que miraba todo eso con cierta ternura y pasión porque los protagonistas estaban desnudos”.
Su nueva expresión
“Me abrieron la cuenta, no quería usar Instagram, pero cada uno lo usa según su parecer. Para mí, es una vía de expresión, como todo. Es reacción, sensaciones de lo que estoy viviendo. Generalmente son fotos que hago afuera con el teléfono, salvo algunas que vienen a colación de algo. Me estoy adaptando al teléfono como cámara. La regulo, no me sirve el automático, no dejo que ella haga la foto… Antes, yo pensaba que las cosas se tenían que contar, por lo menos, con treinta fotos y esta nueva época me lleva al inicio de todo: un momento puede desarrollar un tema, una historia. Basta una sola foto para contarlo”.