El Decamerón (Giovanni Boccaccio, editada por primera vez al parecer en 1470)
Este clásico del siglo XIV cuenta la historia de 10 jóvenes de la Florencia medieval (siete mujeres, tres hombres), quienes coinciden en un encierro de diez días en una finca toscana para resguardarse de los horrores de la Peste Negra, que para entonces azotaba Europa y de la que fueron testigos. Cada uno de ellos funge de narrador por cada día de encierro, en el que cada uno cuenta diez historias sobre el amor, el desamor, el genio y la fortuna.
Además de su valor literario como referente de la prosa de los siglos posteriores —y de su registro histórico de una de las epidemias más letales en la historia de Europa—, y de la insólita modernidad de una obra que ayudó a abrir las puertas del Renacimiento, el libro de Boccaccio usa la peste como disparador de un gran relato colectivo sobre su época, tejido por estos jóvenes que huyen al campo para salvaguardar sus cuerpos mientras sus relatos se antojan como una forma de escape psíquico: una manera de (re)crear, más que los anhelos —amor, astucia y riquezas—, una experiencia de vida aún lejana por su misma condición de juventud. Una vida que, incluso, se disfruta en el placer de contar historias. Así sea en el encierro.
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Diario del año de la peste (Daniel Defoe, 1772)
Aunque ficticio pero de muy real inspiración, el también autor de Robinson Crusoe simula en 1772 un diario en el que deja registro de los estragos de la Gran Peste de Londres (la Peste Bubónica que azotó la ciudad en entre 1665 y 1666), con una narración que va desde la descripción pormenorizada del horror en clave de crónica —el hedor de los bubones, los gritos de dolor, los encierros para evitar contagios, los suicidios, los carros llenos de cadáveres que recogían en las calles, las fosas comunes—, hasta escenas que retratan el variado espectro del ser humano ante el acecho de la muerte. ¿Abandonarías a un hijo con una enfermedad letal altamente contagiosa? ¿Hasta qué punto llega tu retribución y agradecimiento por quienes te han ayudado en circunstancias como estas? ¿Justificarías encerrar una persona hasta morir con tal de que no contagie a otros? ¿Serías capaz de infectar a otros en un intento por salvarte? Estos son verdaderos dilemas morales sobre los que este relato te hará pensar.
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La peste (Albert Camus, 1947)
Para muchos no es lo mejor escrito por el padre del Absurdismo (incluyendo al Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa), aunque es su libro más sonado en estos días. Sin embargo, aunque evade el camino reflexivo de sus obras anteriores, en La peste Camus indaga en los límites de la moralidad ante la amenaza de muerte por una enfermedad invisible dentro de una ciudad cerrada, Orán, en su natal Argelia. El valor del sacrificio de los médicos, la ambición material aún en la desgracia y la arrogancia de la racionalidad abofeteada por los embates azarosos de una enfermedad que no se nombra son algunas de las situaciones de una historia en la que la mayor epidemia no parece ser un virus, un parásito o una bacteria, sino la moral con la que actuamos.
En el prólogo que escribió Tony Judt para la edición en Penguin Books, el desaparecido historiador británico dice: «La peste no nos da ninguna lección. Camus era un moralista pero no un moralizador. Afirmaba haberse cuidado bien de escribir un panfleto, y en tanto que su novela ofrece poco consuelo a los polemistas políticos de cualquier corriente, se puede decir que lo ha logrado. Pero por esa misma razón no sólo ha ido más allá de sus orígenes como una alegoría de la Francia ocupada, sino que ha trascendido su época. Examinado el sombrío balance del siglo XX, podemos ver más claro ahora que Albert Camus identificó los dilemas morales centrales de su época. Al igual que Hannah Arendt, vio que ‘el problema del mal será la pregunta fundamental en la vida intelectual de la posguerra en Europa, así como la muerte llegó a ser el problema fundamental después de la última guerra'».
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Ensayo sobre la ceguera (José Saramago, 1995)
Imagina que una enfermedad te asalta de pronto. No sabes su origen, ni su forma de contagio. De hecho, nadie lo sabe. Lo único cierto es que la gente queda ciega sin más, con un nivel de propagación que pronto convierte aquella “ceguera blanca” en una pandemia. Ese es el punto de partida del Nobel de Literatura portugués para retratar, desde esa metáfora universal de la enfermedad como “el mayor de los males”, las luces y sombras de la especie humana ante semejante adversidad.
Las medidas erráticas del gobierno ante el miedo, el descontrol de la población, el relativismo moral de sojuzgar a otros y obligarlos al confinamiento, el estado de la naturaleza (en términos hobbesianos) por la obtención de recursos, y hasta el arbitrio por decidir quién vive o quién muere, son algunas de las posturas morales que desnuda el autor en una obra en la que solo una persona está libre de infección. ¿Qué harías si fueses la única persona en el mundo que puede ver?
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Armas, gérmenes y acero (Jared Diamond, 1997)
Si bien la literatura de ficción ofrece registro y reflexiones del ser humano ante el curso de enfermedades a gran escala, la antropología ofrece herramientas para abordar el estudio de las epidemias y sus formas de transformar el mundo. De esta premisa parte el geógrafo y catedrático de la Universidad de California (UCLA), Jared Diamonds, en su bestseller y premio Pulitzer Armas, gérmenes y acero, en el que explica cómo la historia de los últimos trece mil años de la humanidad es la historia de ciertas civilizaciones que lograron desarrollarse gracias a factores ambientales que pudieron y supieron aprovechar (como la flora y la fauna para la alimentación, domesticación y producción), lo que se tradujo en la creación de nuevas formas de tecnología y un consecuente desarrollo de inmunidad ante ciertos gérmenes que les permitieron imponerse sobre otras civilizaciones.
No sin críticas de por medio, el autor explica cómo las enfermedades fueron determinantes en la caída del Imperio Romano, o cómo 142 españoles fueron capaces de derrotar a todo el imperio inca. Fueron las armas y sus materiales, sí, determinantes en las conquistas de nuevas tierras y poblaciones, pero los gérmenes y el sistema inmunitario lo fueron aún más. ¿Cómo el SARS-CoV-2 moldeará el curso de la historia del milenio que acaba de comenzar?
Soy leyenda (Richard Matheson, 1954)
La popular película protagonizada por Will Smith no es más que la adaptación de este libro de 1954 que recoge, a la usanza de otras manifestaciones artísticas de la posguerra, el profundo sentimiento pesimista sobre el curso de la humanidad. Soy leyenda cuenta de la historia de Neville, el único sobreviviente de una guerra bacteriológica que dividió a la especie humana en dos nuevas formas de vida: los infectados por la bacteria y los vampiros, los que han muerto y resucitan gracias al patógeno. Neville busca acabar con ambos grupos en una lucha existencial interrumpida en ciertos momentos por el amor y las reflexiones propias que circundan a la muerte. ¿Y si el tiempo de la humanidad ya pasó? ¿Y si al final vampiros e infectados no son especies antagónicas del hombre, sino formas de vida distintas simplemente? ¿Por qué debe Neville eliminar a los otros? ¿Acaso el ser diferente lo hace superior? Así como el coronavirus, la obra arroja pistas para entender que, quizás, la humanidad no es el centro de la vida.
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“La máscara de la muerte roja” (Edgar Allan Poe, 1842)
Este relato del cuentista maestro del terror, narra la historia de un extravagante duque que, ante el acecho de una extraña enfermedad que mata a las personas en media hora, decide aislarse con un grupo de amigos en una de sus abadías. Un encierro de lujos y excesos en el que, en principio, parecen estar seguros. Pero la peste se las arreglará para fracturar esa burbuja de privilegio. Una poderosa metáfora de la potencia universal de las pandemias.
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La danza de la muerte (Stephen King, 1978)
Uno de los escritores más prolíficos de esta era, reconocido por su obra de terror en la cultura popular, también ofrece luces sobre el curso de la humanidad luego de una pandemia. La novela se ubica en un escenario post apocalíptico, luego de que casi toda la especie humana ha sido arrasada por un virus gripal, que obliga, independientemente y sin saberlo, a dos puñados de individuos a agruparse para sobrevivir e intentar refundar un orden mundial.
Cuando todo ha acabado, cuando la humanidad puede empezar de nuevo, suelen aparecer los mismos vicios y tentaciones que lo llevan a su autodestrucción. ¿Podemos aprender de nuestros errores como especie? ¿Aprenderemos las lecciones que nos deja ahora el coronavirus? Esta lectura ofrece un abrebocas.
Su título original en inglés es The Stand, aunque en español también puede encontrarse con el título de Apocalipsis.