Que haya en las calles animales abandonados es también un fracaso político. Que parezca normal esa crueldad, es un fracaso humano.
Para la célebre antropóloga Margaret Mead, un fémur fracturado y curado es el signo de la civilización. Proteger, que es lo contrario de ser indolente, es lo que forma una cultura y una comunidad. Inhumano nos resulta quien abandona a su suerte a los vulnerables: a los enfermos, a los niños, a los viejos. Hoy también los animales son foco de esa demanda que se asume como una ética del cuidado.
Con nuestras urgencias, estas podrían parecer reflexiones sofisticadas, pero no es así. La crueldad se entrena en los ejemplares castigos en escuelas militares y en las salvajadas de ahogar cachorros o caerle a pedradas a pajaritos y lagartijas (o a homosexuales y a trans). Del mismo cuño (o puño) es poetizar peleas de gallos y corridas de toros. O exculpar a los abusadores de mujeres. De ahí a normalizar la tortura, por ejemplo, no hay mucho trecho.
Alegra saber que en medio de tal desastre ha surgido y crece una organización que, desde hace quince años, apoya a los animales domésticos abandonados o maltratados. Su eficacia es asombrosa, una prueba de que la generosidad no es una estupidez sentimental, sino un motor indetenible.
Desde 2005, la Red de Apoyo Canino (RAC) ha hecho una labor política encomiable: esterilizar animales, buscarles alimentos, educar a las comunidades para que quieran cuidarlos. Esto último es lo más importante: forman nuevas mentalidades sobre las vidas vulnerables. Creo que para Margaret Mead los de la RAC serían grandes civilizadores.
Conocí hace poco a Mariant Lameda, directora de Medios y Eventos de la organización, y esta es la conversación que tuvimos.
¿Cómo, cuándo y por qué nace la RAC?
En 2005, con un anuncio de periídico. Una proteccionista independiente pedía ayuda para rescatar dos pitbulls de la azotea de un restaurante en la avenida Solano de Caracas. Otra vio el anuncio y escribió para pedir su contacto. Daniela Lovera, la primera, les ofreció su hogar y Yanira Arias, la otra, hizo posible el rescate con la policía. Entonces armaron un equipo de cuatro personas y convocaron a gente de diferentes puntos de Caracas que tenía la inquietud de ayudar a los perros y no sabía cómo. Entonces no había muchas ONG, no se había masificado la esterilización ni existía la Ley de Protección de Fauna doméstica. Solo teníamos muchas voluntades sin una dirección que seguir.
¿Y luego crecieron con las esterilizaciones?
Sí. La quinta persona que llegó a la organización conocía a un veterinario que iba a casas de las familias más necesitadas, buscaba los animales, los esterilizaba y los regresaba a sus hogares o comunidades. Era José Luis Mayora. La RAC comenzó entonces a organizar jornadas de esterilización. Luego dos veterinarios más se entrenaron. En 2011 los enviamos a formarse en el Centro Municipal de Sanidad Animal y Zoonosis Almirante Brown (en Buenos Aires), que había logrado con el programa de esterilizaciones convertirse en el primer municipio no eutanásico de América Latina. Cuando regresaron, pasamos de operar 1.000 animales al año a 7.000 y hemos llegado a operar hasta 12.000 anualmente. Luego creamos un sitio web. Tuvimos una primera galería de adopción en alianza con el albergue SOS Animal y ahora desde nuestras redes (@apoyocanino) publicitamos casos de terceros que rescatan y se apoyan en la RAC para esterilizar, alimentar a los animales y encontrarles familia. Y el plan funciona muy bien.
Nunca he entendido por qué es tan importante esterilizar a los animales que viven en las calles.
Para enfrentar la sobrepoblación, debida a que la domesticación trastocó los mecanismos de autorregulación de la especie, hay dos enfoques: el quirúrgico, que busca que los animales sigan vivos pero no se reproduzcan, y el eutanásico, que busca exterminarlos. Esta no solo causa un problema moral sino que no atiende las causas, y a veces incrementa la superpoblación, cuando los animales migran a más fértiles manadas siguiendo el principio de vacío de la naturaleza.
En Venezuela el abandono de perros y gatos es un enorme problema multifactorial. Hay una carencia de empatía y de conciencia sobre las consecuencias del abandono.
Por fortuna, las comunidades han aprendido a establecer lazos con los perros y gatos que cohabitan con ellas, y poco a poco han empezado a llamar “comunitarios” para sustituir el término de “callejero”. Hasta hace muy poco debían soportar impotentes la aniquilación de sus animales por parte de los organismos del Estado. Eso ya no ocurre, pero tampoco se ha desarrollado un programa de esterilización, oficial y sistemático.
¿Qué experiencia tenían en estas lides ustedes?
Comenzamos sin saber prácticamente nada. Yo, organizando jornadas en un espacio de mi casa como quirófano para operar entre 8 y 10 animales por jornada. Hoy en la misma zona, en un consultorio, se operan hasta 100 animales por jornada, todos de mi comunidad. Estos jamás podrían llegar a un veterinario privado. Veo esas colas y me conmuevo de ver que nosotros, sin mayor conocimiento técnico, hemos construido paso a paso el programa más eficiente del país. Sol Martínez se hizo una experta, rescata animales, se hace amiga de las personas sin hogar y los ayuda a esterilizar a sus animales en el sur de Caracas. Nebraska Villapol, directora de Comunicaciones Electrónicas y Voluntariado, y Moisés González, director del Banco de alimentos, llegaron con 15 años, y más de una década después están comprometidos como pocos con este proyecto al que le han dado todo su talento. Katherine Fernández, la presidenta de la ONG, es arquitecta, pero se ha centrado en la RAC y ha convocado muchas voluntades para que podamos crecer. Carolina de Marchena, nuestra séptima directora, comenzó llevando comida a una recolecta que hacíamos el primer domingo de cada mes en un parque para perros, luego fue voluntaria y al final se unió a la organización.
Pero detrás de todo esto veo una filosofía…
La RAC asume que los animales son los seres más indefensos que hay, por su condición de irracionalidad, y que deben ser protegidos tal y como se protege a los grupos vulnerables en las sociedades que apuestan a erradicar la violencia dentro del tejido social.
El fin de este proyecto es poner fin al trato negligente y abusivo contra los animales a través de la formación ética de las personas. Creemos que la acción, la educación y la información, juntas, son capaces de sensibilizar.
Es la única solución sostenible para que cese la crueldad. La especie humana tiene con la naturaleza una relación de dominio, cosifica a los animales y su vida tiene un precio, pero carece de valor intrínseco. Hemos arrastrado al desastre a todas las especies vivas, como consecuencia del antropocentrismo. A los perros y a los gatos abandonados también: son símbolos de estatus social, son mercancía, están estigmatizados por su raza o por la ausencia de esta, por sus características físicas, su género. Los que no tienen “glamour” son condenados al abandono o al exterminio, sin ningún cuestionamiento moral. Nosotros queremos cambiar eso.
¿Cuáles son sus programas más importantes ahora?
Primero, el programa de esterilizaciones SalvaVidas, que organiza las jornadas mancomunadas con las comunidades, haciéndolas partícipes y conscientes de su capacidad para incidir en el bienestar de sus animales comunitarios. Hemos capacitado a más 89 médicos veterinarios en esterilización quirúrgica simplificada, pediátrica, a bajo costo y a ritmo de campaña. Y hemos atendido a más de 80.000 animales entre perros y gatos. El nuevo Banco de Alimentos para Animales Comunitarios nace de un estudio en la pandemia que probó nuestra sospechas: la principal amenaza para los perros de familias de bajos recursos es que los abandonen por la crisis económica. Un saco de alimento para perros llega a costar el equivalente a diez meses del salario de un trabajador. Muchos perros y gatos que antes podían ser atendidos en grupos en la comunidad están muriendo de hambre. Hemos llegado a observar procesos de canibalismo entre perros, donde los restos del compañero muerto sirven de comida a la manada, y episodios donde se está consumiendo y comercializando carne de perros, “cazados” o reproducidos para tales fines. Con el programa pilar QuieroUnMestizo vinculamos a familias y a posibles adoptados bajo las figuras de adopción permanente, hogar temporal o apadrinamiento. Hemos logrado unir a más de 1.600 perros y gatos con sus nuevas familias. La RAC también promueve talleres de formación y campañas de concientización.
¿Y sus principales alianzas?
Phenom Foundation ha sido fundamental para garantizar alimentación y cuidados a mil animales. La SPCAI (Global Animal Rescue) nos ha ayudado a masificar el programa SalvaVidas. También tenemos padrinos, gente que en estos 15 años nos apoya con lo que puede para el fondo de pensiones de los perros que esperan hogar. Para el resto de los programas, la RAC, otras ONG y proteccionistas independientes, en todo el país, apoyan para alimentar, esterilizar y visibilizar a los animales en nuestras plataformas, y vincularlos con familias responsables que entiendan que adoptar es más importante que comprar.
¿Cuántas personas son ahora y en cuántos lugares del país están presentes?
Funcionamos con grupos de voluntarios y proteccionistas independientes en Cumaná, Miranda, Distrito Capital, Zulia, Cojedes y Carabobo. En todo el país hacemos campañas puntuales de esterilización y atención veterinaria. En este momento tenemos Una Semana Contra el Abandono, en los lugares desfavorecidos de Cumaná (esterilizaremos gratis a 300 animales de la calle o de familias de bajos recursos, y realizaremos 15 intervenciones quirúrgicas de otras índoles). Ya hay grupos de apoyo en Venezuela, en España, Estados Unidos, Chile y Argentina.
Además de atender animales domésticos, entiendo que también hacen labores en pro de la fauna silvestre.
El tráfico de fauna silvestre es uno de los negocios ilegales más lucrativos del mundo. La RAC ha podido rescatar algunos ejemplares (sobre todo aves y monos) que permanecían en cautiverio y en condiciones inimaginables. A partir de allí hemos colaborado con su alimento, insumos médicos y traslado a centros de recuperación. Cuando corresponde, intentamos reinsertar a los animales en su hábitat natural, lo cual no siempre es posible.
Sé que han trabajado con la legislación sobre protección animal en Venezuela. ¿Puedes contarme qué han hecho?
La polémica Ley de Protección de Fauna Doméstica tiene problemas estructurales. Distingue entre animales que merecen vivir una vida de privilegios y otros que merecen morir por el simple hecho de no contar con esas características que los hacen mercantilmente codiciados. La Ley promueve jerarquías desde la óptica comercial, y legisla para proteger los derechos y ventajas de animales ya protegidos o que por su condición pudieran ser “utilizables”. En más de la mitad de los artículos se hace referencia a medidas administrativas e institucionales para asegurar el control de la humanidad sobre los animales, una concepción de propiedad sin límites que ignora el principio moral de que los animales son sujetos de derechos, no propiedades, y que deben ser protegidos por su propia condición de “débil jurídico”. La Ley además deja abierta la puerta para aplicar mecanismos humanitarios de control poblacional, o sea, exterminio, según decidiese el mandatario de turno.
Para terminar, ¿cómo llega una letrada de la UCV a esta organización?
Supe de una perrita amarrada del cuello con un cable conectado a la corriente. Cada vez que quería acostarse recibía descargas eléctricas, cuando mordía el cable también, y cuando intentaba moverse. Llevaba así varios días, pegada a esa pared y de pie, sin agua ni comida. La RAC la rescató y vi sus fotos, cómo mejoraba, cómo le salía el pelo brillante y engordó; entonces me enamoré de estos locos y fui como voluntaria. A mí me apasiona la comunicación, el mundo de las ideas y la reflexión. Y me preparé para asumir la responsabilidad de hablar en nombre de los animales. No contar con un correlativo lingüístico similar al nuestro y no ser capaces de reclamar ningún derecho ante una comunidad moral, ha representado una tragedia sostenida, aciaga, y la más larga cadena de esclavitud conocida en este mundo.