Podemos reconocer la distopía que se despliega ante nosotros en Choro 2021. Es Venezuela en 2021, adaptada al derrumbe institucional y con un nuevo orden social establecido por zombies, paramilitares y castas distintas de sobrevivientes, uno de los cuales sale a reencontrar su propia humanidad. Su autor cataloga la novela como pulp porn fiction.
Choro 2021, que sale al mercado editada por Punto Cero, es la primera novela de Carl Zitelmann, quien el año pasado estrenó su primer largometraje, El vampiro del lago, inspirado en la novela Un vampiro en Maracaibo del escritor zuliano Norberto José Olivar, premiada en el Festival de Cine Venezolano y muy bien reseñada en Los Angeles Times. Mucho antes de eso, Zitelmann se graduó de ingeniero en la Universidad Simón Bolívar, e hizo estudios audiovisuales en la National Film and Television School de Inglaterra. En 2014, ganó el premio Grammy Latino al Mejor Video Musical. Actualmente vive en México, feliz pero con nostalgia por el país que perdió.
¿Cómo nace la historia de Choro 2021? Entiendo que originalmente no era una novela sino un guión.
Cuando fui a Paraguaná a hacer el video de los Caramelos de Cianuro, el camino desde el aeropuerto se sentía como una película de Mad Max. En ese momento estaba esperando que el CNAC me aprobara el proyecto de El vampiro del lago. En caso de que lo rechazaran, pensé que ese podría ser un buen escenario para venir con financiamiento privado a grabar algo de bajo presupuesto. Cuando me aprobaron El vampiro del lago, el guión fue a la gaveta. Después empecé a trabajar en él otra vez, pero tenía tantos ángulos que no sabía cómo contar la historia. Cuando supe qué quería contar, me di cuenta de que era una historia demasiado compleja y no iba a poder ser una película bajo presupuesto, pero sí un libro. Le mandé el primer draft a Violeta Rojo, que me hizo unas revisiones iniciales y me confirmó que era una novela publicable.
Venías de escribir El vampiro del lago, que fue un proceso de adaptación de novela a guión. Con Choro 2021 hiciste el proceso contrario, adaptaste un guión a una novela.
Adaptar Un vampiro en Maracaibo fue uno de los desafíos más grandes de mi vida. Es una novela maravillosa, pero al ser narrada en primera persona y al tener tantas capas de historia en distintos tiempos era muy difícil de contar. Norberto fue un apoyo enorme, porque me dejó claro que yo tenía que encontrar mi propia historia dentro del libro. Con Choro 2021 fue un proceso totalmente distinto.
El escenario apocalíptico de Choro 2021 cubre bastante bien la crisis humanitaria de Venezuela: trata de personas, grupos violentos, economía informal, hambruna.
Yo escribo los personajes a partir de esta premisa: cómo sería la vida de un sifrino de Caracas en esta debacle. Me imaginé también el escenario en Paraguaná y los zombis a los que yo llamo nirgüens, unos humanos mutantes cuyo metabolismo ha cambiado a consecuencia de comer basura frita en aceite de carro. Todas las dimensiones de las crisis ayudaban a la historia.
Los zombies, por naturaleza, inspiran miedo, pero también suelen ser un comentario político en torno al control político y la influencia de los sistemas políticos en los individuos. En Choro 2021 se entiende que los nirgüens también responden a eventos políticos y sociales.
La hambruna y la necesidad son formas de control social. Estos zombis son consecuencia de la pérdida dramática de ese control. De alguna manera escribo estos personajes pensando en La serpiente y el arcoíris, de Wade Davis, que narra la relación de la política y el vudú en Haití, y cómo la gente temía que los convirtieran en zombies en la época de Papa Doc. Los nirgüens son, en principio, el producto de una herramienta de control social que se sale de control.
El protagonista es el encargado de establecer una relación entre el pasado y el presente de Venezuela. Está siempre recordando lo que perdió, y encontrando migajas de las cosas que amaba en el pasado, dentro de las cosas que odia en el presente.
Es exactamente eso. Al estar recordando constantemente Venezuela, con esa nostalgia, y seguir encontrando migajas de lo que alguna vez fue, siembra la idea de que ese país no se ha ido para siempre. Creo que aun existe, y creo que podemos recuperarlo.
Choro 2021 está lleno de referencias cinematográficas y de la cultura pop venezolana: Sábado Sensacional, Rambo, Popi, Duro de Matar, Terminator, Breaking Bad. Hay referencias de tu infancia: Mazinger Z, Tom y Jerry, Freddy Krueger, y de tu adolescencia: Mario Bros, Metallica, Cindy Crawford. Son herramientas para sobrevivir el apocalipsis.
Yo me aferro muchísimo a mi infancia, a mi adolescencia y a las cosas con las que crecí. De alguna manera, este personaje inmerso en la hecatombe utiliza estas referencias para recordar quién es y no terminar de perder su identidad. También quería un tono que hiciera que el lector entendiera qué están pensando o sintiendo los personajes, a través de una comiquita de los ochenta, una canción de los noventa, o un personaje de juguete de plástico.
La novela se lee como un videojuego.
Yo quería que cada capítulo fuese como un nivel de un videojuego que hay que superar. Cada capítulo tiene su propia misión.
Choro es un personaje que imita a Chávez, pero que no lo es. También es un fantasma. Choro está muerto, pero su voz en la radio no se apaga nunca.
Traté de despolitizar el libro lo más posible, porque lo menos interesante del libro era esa dimensión política. Lo que más me interesaba era la aventura, así que con Choro buscaba crear un personaje que resumiera el formato de tirano de república bananera, alguien más interesante que Chávez, quien no me parece un tipo exageradamente original. El cambio que produce Choro es profundo: incluso después de su muerte podemos ver su legado en todos lados, porque moldeó el país. Y siendo el Choro una persona tan terrible, el resultado es terrorífico. Choro es un poco como Voldemort o Sauron. No está presente, pero muchos lo recuerdan con terror y sus seguidores lo esperan de vuelta. Choro también es el origen del mal, y por eso es también la representación del orden. Choro es Tina Turner en Mad Max III.
Hay un universo bastante amplio de personajes: José Gregorio Hernández, el Dr. Knoche, las sirenas de chocolate, bachaqueros, paramilitares, próceres de la independencia. Amador y Amaterasu son los compañeros del protagonista, cada uno marca una parte de la historia.
Amador nace junto al personaje principal, como su sidekick. Después de Amador, vino Amaterasu. Yo quería que hubiera un personaje grande, un robot. Necesitaba también un arma para el enfrentamiento final. En el libro, Amaterasu es construída por un señor inspirado en el señor Miyagi, pero también en unos amigos de la familia. Es una familia japonesa que lleva 50 años viviendo en Venezuela, siguen viviendo en Los Palos Grandes, en un apartamento lleno de orquídeas. Amaterasu me pareció el nombre perfecto, que es además la diosa femenina shinto más grande, que representa el sol. Es un personaje con una personalidad de niña a pesar de ser un arma andante.
Ambos personajes también me parecen la representación de las cosas queridas que los migrantes han tenido que dejar atrás.
Por eso la historia del libro está partida en dos: la decisión de irse o quedarse.
Y Natalia es el interés romántico del protagonista.
Natalia es un reflejo de Venezuela, una alegoría del país. También es la típica chama de la que me enamoro, de la misma forma que estoy enamorado de Venezuela, que es un país problemático pero que no puedes dejar. Es una persona a la que tienes que aceptar de cualquier manera, sabiendo que te va a traer problemas a lo largo de tu vida. Natalia es rebelde, indomable, irreverente, idealista, desordenada, arriesgada, irresponsable. Quedarse en Venezuela también significa aceptarla tal cual es.
¿Dónde se consigue Choro 2021?
En Amazon, y en Caracas se puede comprar en Kalathos, El Buscón, Librería Vizcaya, TecniCiencia y Entrelibros. Pronto vamos a tener la presentación en México y Estados Unidos.